Desde Villacorta, un saludo a este pueblo querido y hermano que es Puente.
Aquí os dejo unos versos a nuestro Cea:
RÍO LIBRE
Arriba, allá en la cima de los vientos,
más lejos de la mar que de la luna,
un bello pueblo le mece la cuna
en negras noches de lobos hambrientos.
Abajo, allá en los llanos luminosos,
donde la vista pierde las montañas,
una ciudad de torres y espadañas,
se mira en sus remansos temblorosos.
Como senda de plata y armonía
se desliza buscando la llanura
y su agua se hace voz en la estrechura
cantando su gastada letanía.
Mil lunas alumbraron su camino,
en la merma estival y en la crecida,
y en Las Conjas su espuma enfurecida,
movió rocas con fe de peregrino.
Nadie le puso freno a su corriente,
ni empantanó su cauce en la ribera,
nació libre en su hermosa cabecera
y libre abraza al Esla como afluente.
Con artesanos de mano incansable,
maestros de la piedra, leñadores,
pastores trashumantes, labradores,
con gente montaraz de alma indomable,
se poblaron los valles y las cumbres
de su orilla de sueños y labores
donde el desvelo de sus pobladores
tejió leyendas, mañas y costumbres.
Testigo de luchas encarnizadas
de cántabros, astures y romanos,
que dejaron la huella de sus manos
en castros, losas, puentes y calzadas.
Sobre su curso de cantos rodados,
se dibujaron lindes y fronteras
de viejos pueblos, reinos y banderas,
que duermen en ayeres olvidados.
Mil años refrescando al peregrino,
aliviando sus pies de caminante,
donde sus aguas cruza sofocante,
de todos los caminos, El Camino.
El agua bulle viva entre las sombras
de los chopos que escoltan su andadura,
y en la Tierra de Campos se hace anchura,
bañando vegas de verdes alfombras.
Río de fe, secretos y misterios
guardados desde los lejanos días,
en ermitas, iglesias, abadías,
palacios, castillos y monasterios.
El Cea es como surco luminoso
que rasga el corazón de la ribera.
Es vida y luz que cada primavera,
late en su lecho limpio y arenoso.
En su agua se desgranan los quejidos,
vertidos en mil coplas y cantares.
Silencio, soledad y olvido a mares,
arrastrados al mar de los olvidos.
Aquí os dejo unos versos a nuestro Cea:
RÍO LIBRE
Arriba, allá en la cima de los vientos,
más lejos de la mar que de la luna,
un bello pueblo le mece la cuna
en negras noches de lobos hambrientos.
Abajo, allá en los llanos luminosos,
donde la vista pierde las montañas,
una ciudad de torres y espadañas,
se mira en sus remansos temblorosos.
Como senda de plata y armonía
se desliza buscando la llanura
y su agua se hace voz en la estrechura
cantando su gastada letanía.
Mil lunas alumbraron su camino,
en la merma estival y en la crecida,
y en Las Conjas su espuma enfurecida,
movió rocas con fe de peregrino.
Nadie le puso freno a su corriente,
ni empantanó su cauce en la ribera,
nació libre en su hermosa cabecera
y libre abraza al Esla como afluente.
Con artesanos de mano incansable,
maestros de la piedra, leñadores,
pastores trashumantes, labradores,
con gente montaraz de alma indomable,
se poblaron los valles y las cumbres
de su orilla de sueños y labores
donde el desvelo de sus pobladores
tejió leyendas, mañas y costumbres.
Testigo de luchas encarnizadas
de cántabros, astures y romanos,
que dejaron la huella de sus manos
en castros, losas, puentes y calzadas.
Sobre su curso de cantos rodados,
se dibujaron lindes y fronteras
de viejos pueblos, reinos y banderas,
que duermen en ayeres olvidados.
Mil años refrescando al peregrino,
aliviando sus pies de caminante,
donde sus aguas cruza sofocante,
de todos los caminos, El Camino.
El agua bulle viva entre las sombras
de los chopos que escoltan su andadura,
y en la Tierra de Campos se hace anchura,
bañando vegas de verdes alfombras.
Río de fe, secretos y misterios
guardados desde los lejanos días,
en ermitas, iglesias, abadías,
palacios, castillos y monasterios.
El Cea es como surco luminoso
que rasga el corazón de la ribera.
Es vida y luz que cada primavera,
late en su lecho limpio y arenoso.
En su agua se desgranan los quejidos,
vertidos en mil coplas y cantares.
Silencio, soledad y olvido a mares,
arrastrados al mar de los olvidos.