Era en el norte de la india, allí donde las montañas son tan elevadas que parece como si quisieran acariciar la nubes con sus picos. En un pueblecito perdido en la inmensidad de Himalaya se reunieron un asceta, un peregrino y un brahmín. Comenzaron a comentar cuánto dedicaban a Dios cada uno de ellos de aquellas limosnas que recibian de los fieles.
El asceta dijo:
-Mirad, yo lo que acostumbro a hacer es trazar un circulo en el suelo y lanzar las monedas al aire. Las que caen dentro del circulo me las quedo para mis necesidades y las que caen fuera se las ofrendo al Divino.
Entonces intervino el peregrino para explicar:
-Si, tambien yo hago un círculo en el suelo y procedo de la misma manera, pero,
por el contrario, me quedo para mis necesidades con las monedas que caen fuera del círculo y doy al Señor las que caen dentro del mismo.
Por último habló el brahmín:
-Tambien yo, queridos compañeros, dibujo un circulo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que no caen, son para Dios y las que caen las guardo para mis necesidades.
·Así proceden muchas personas que se dicen religiosas. Tienen dos rostros y uno es todavia más falso que el otro.
El asceta dijo:
-Mirad, yo lo que acostumbro a hacer es trazar un circulo en el suelo y lanzar las monedas al aire. Las que caen dentro del circulo me las quedo para mis necesidades y las que caen fuera se las ofrendo al Divino.
Entonces intervino el peregrino para explicar:
-Si, tambien yo hago un círculo en el suelo y procedo de la misma manera, pero,
por el contrario, me quedo para mis necesidades con las monedas que caen fuera del círculo y doy al Señor las que caen dentro del mismo.
Por último habló el brahmín:
-Tambien yo, queridos compañeros, dibujo un circulo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que no caen, son para Dios y las que caen las guardo para mis necesidades.
·Así proceden muchas personas que se dicen religiosas. Tienen dos rostros y uno es todavia más falso que el otro.