Las hadas de Cottingley
En una carta a Edward Gardner, el teósofo que pretendía demostrar la existencia de las hadas de Cottingley, Polly Wright contaba la segunda campaña que su hija y su sobrina emprendieron para fotografiar a las damitas del arroyo:
el tiempo estuvo nublado y brumoso toda la mañana, y no pudieron tomar fotos hasta la tarde, cuando se disipó la niebla y salió el sol. Así que las dejé y fui a tomar el té con mi hermana. Cuando volví quedé bastante desilusionada: sólo habían podido fotografiar a dos hadas.
La carta continuaba:
Volvieron allí el sábado por la tarde y tomaron varias fotografías, pero sólo hay una en la que aparece algo raro. No podremos hacer gran cosa con ellas.
Arthur reveló las placas.
Hay un post-scriptum que resulta delicioso:
A fin de cuentas, no logró sorprender a ninguna cuando se echaba a volar.
Finalmente, las placas llegaron a Londres, donde Conan Doyle y Edward Gardner las estaban aguardando con impaciencia. Conan Doyle quedó maravillado con esta segunda serie de fotografías, y la utilizó para ilustrar un segundo artículo publicado en el Strand Magazine. Al año siguiente publicó incluso un libro, The coming of the fairies (El retorno de las hadas) donde da cuenta de cierto número de apariciones de hadas.
Las reacciones ante esta segunda serie fueron variadas, pero todas ellas se caracterizaron por un gran apasionamiento.
La gente sospechaba que sir Arthur Conan Doyle estaba exagerando y se preguntaba cómo un hombre como él había podido mezclarse en un asunto tan turbio. De hecho, para el padre de Sherlock Holmes, estas hadas no constituyeron más que un pretexto. En una carta a Edward Gardner, explicaba:
Mi corazón se alegró cuando recibí en esta lejana Australia su carta, anunciándome las tres fotografías logradas. Esto será utilísimo para nuestra doctrina. Cuando sea admitida la existencia de las hadas, el público estará dispuesto a admitir los demás fenómenos psíquicos...
Versiones críticas observaron que existe un excesivo parecido entre el parecido de estas hadas con los personajes de los libros ilustrados para niños. También se subrayó oportunamente que sus vestidos y sus peinados reflejan la moda del época.
Fuente: Magical Report, año LXX, nro. 33, 30 de febrero 1987
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En una carta a Edward Gardner, el teósofo que pretendía demostrar la existencia de las hadas de Cottingley, Polly Wright contaba la segunda campaña que su hija y su sobrina emprendieron para fotografiar a las damitas del arroyo:
el tiempo estuvo nublado y brumoso toda la mañana, y no pudieron tomar fotos hasta la tarde, cuando se disipó la niebla y salió el sol. Así que las dejé y fui a tomar el té con mi hermana. Cuando volví quedé bastante desilusionada: sólo habían podido fotografiar a dos hadas.
La carta continuaba:
Volvieron allí el sábado por la tarde y tomaron varias fotografías, pero sólo hay una en la que aparece algo raro. No podremos hacer gran cosa con ellas.
Arthur reveló las placas.
Hay un post-scriptum que resulta delicioso:
A fin de cuentas, no logró sorprender a ninguna cuando se echaba a volar.
Finalmente, las placas llegaron a Londres, donde Conan Doyle y Edward Gardner las estaban aguardando con impaciencia. Conan Doyle quedó maravillado con esta segunda serie de fotografías, y la utilizó para ilustrar un segundo artículo publicado en el Strand Magazine. Al año siguiente publicó incluso un libro, The coming of the fairies (El retorno de las hadas) donde da cuenta de cierto número de apariciones de hadas.
Las reacciones ante esta segunda serie fueron variadas, pero todas ellas se caracterizaron por un gran apasionamiento.
La gente sospechaba que sir Arthur Conan Doyle estaba exagerando y se preguntaba cómo un hombre como él había podido mezclarse en un asunto tan turbio. De hecho, para el padre de Sherlock Holmes, estas hadas no constituyeron más que un pretexto. En una carta a Edward Gardner, explicaba:
Mi corazón se alegró cuando recibí en esta lejana Australia su carta, anunciándome las tres fotografías logradas. Esto será utilísimo para nuestra doctrina. Cuando sea admitida la existencia de las hadas, el público estará dispuesto a admitir los demás fenómenos psíquicos...
Versiones críticas observaron que existe un excesivo parecido entre el parecido de estas hadas con los personajes de los libros ilustrados para niños. También se subrayó oportunamente que sus vestidos y sus peinados reflejan la moda del época.
Fuente: Magical Report, año LXX, nro. 33, 30 de febrero 1987
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