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PUENTE ALMUHEY: PRÓLOGO...

PRÓLOGO

Encuentra una buena cita y tendrás un buen libro. Fue el único consejo que nos regalaron cuando acudimos a los sabios para preguntarles sobre cómo enfocar unos fascículos con las historias de la gente de la calle. Al menos nos regalaron una, de Benito Pérez Galdós, muy buena, hasta el punto que la convertimos en título: «Por doquiera el hombre va, lleva consigo su novela». Nosotros teníamos otra de la calle, de Napoleón, pero no el francés, el de Mataluenga, aquel vendedor de patatas y carpintero que un día se vio convertido en protagonista de un programa de aquella tele en blanco y negro de entonces. Querían que fuera una especie de Martínez Soria de ‘La ciudad no es para mí’ pero de verdad. Lo tiraron en las calles de Madrid y a rodar. Al recordarlo se mesaba el cabello de la boina y decía con su eterna sonrisa pícara: «Nunca malicié que iba a ser el principal».

Las dos citas, de don Benito y Napoleón, resumen lo que quieren ser estos fascículos: La novela que llevan escrita muchas gentes de la calle, leoneses anónimos, paisanos que nunca maliciaron que iban a ser los principales peor que, como Napoleón entonces, habían hecho méritos suficientes para serlo.