PUENTE ALMUHEY: La soledad y el silencio...

La soledad y el silencio

son mis únicas compañeras

desde hace tiempo

en mis días y mis noches

en mis noches

cuando cierro la vieja puerta de madera

de mi habitación al mundo

y duermo y sueño

y me desvelo y sueño

y lloro y sueño;

en mis días

cuando abro la vieja puerta de madera

de mi habitación al mundo

y camino y sueño

y me detengo y sueño

y lloro y sueño.

Ayer cumplí treintaicinco años

vivo en un pequeño pueblo

en el que todos nos conocemos

soy hijo de ‘la Luisa’ y ‘el Alfredo’

tengo tres hermanas mayores

y mi nombre es Alberto.

Recuerdo mis quince años

cuando disfrutaba de la compañía femenina

no de la misma forma que los otros chicos

mis sensaciones no eran como las de ellos

las mías eran…, eran complicadamente distintas

no sabía o no quería explicarlo tan solo sentirlo.

Recuerdo aquella lejana tarde de verano

como si fuera ayer

como si fuera hoy

acabábamos las clases en el instituto

al que íbamos chicas y chicos

de diferentes pueblos cercanos

y todos salíamos alegres de las aulas

el pasamanos de la escalera fue testigo

del primer encuentro de su mano y la mía

perdona –me dijo–

ha sido sin querer –añadió siguiendo su camino–

una extraña sensación recorrió mi cuerpo

y una explosión en mi estómago

de miles de mariposas aleteando libres

aventaron mis sueños…

Se llamaba Luis

mi amigo Luis.

En verano salimos varias tardes juntos

nos reíamos, hablábamos

íbamos a bañarnos al río

vivía en un pueblo pequeño cercano al mío

y una tarde

aciaga tarde

me dijo que no nos veríamos más

que sus padres le mandaban lejos a estudiar

a otro pueblo o a otra lejana ciudad

qué más da;

había confesado a sus padres que me quería

y su sinceridad condenó su mundo

y con él el mío o tal vez el nuestro.

Nos abrazamos

lloramos

nos miramos

reímos

nos besamos

nos despedimos

y nunca más volvimos a encontrarnos.

Hoy estoy frente al televisor

una cabalgata multicolor

muestra la felicidad de muchos

envuelta entre risas y música

‘Me manifiesto

por los que no pueden manifestarse’

leo en una pancarta

sujetándola veo a Luis

a mi amigo Luis

él fue valiente

yo…

yo quizá solo fui un cobarde

nunca dije nada

y solo la soledad y el silencio

ahora me acompañan

mis lágrimas nublan por un momento su rostro

mi garganta es incapaz de articular palabra

hoy descansaré, dormiré, pensaré, soñaré

seguro que amanecerá un distinto mañana.