Sentado estoy
frente al ventanal de mi casa
presto a escribirte unos versos
miro el horizonte
troquelado por siluetas de cipreses
que silenciosos se alzan hacia el cielo
y cuyas sombras arropan
el descanso de los que en otro tiempo fueron.
Podría escribir sobre ellos
sobre sus vidas ya agotadas
sobre lo que dijeron
o sobre todo aquello que callaron
podría escribir
sobre sus hipotéticos sueños.
Sin embargo
quién soy yo para turbar su descanso
quién soy yo para fabular sobre ellos.
Podría escribir sobre la lluvia
que incansable llora estos cristales
que silencian el sonido sordo de la vida
cada mañana al despertarme.
Sin embargo
quién soy yo para enjugar su llanto
quién soy yo para hablarle a la vida.
Podría escribir sobre la mujer sentada en el banco
posado en el camino que conduce al parque
que llega hasta el estanque en el que juegan los niños
una vez huido el otoño; una vez agotado el invierno.
Sin embargo
quién soy yo para leer en sus ojos
quién soy yo para confesar sus pecados.
Sentado estoy
frente al ventanal de mi casa
presto a escribirte unos versos
mientras mi pequeña
sentada a mi lado
pronto cumplirá los cinco años
ultima sus tareas.
Sin embargo
permíteme que observe
en silencio sus progresos
permíteme que sea más tarde
cuando te escriba unos versos.
frente al ventanal de mi casa
presto a escribirte unos versos
miro el horizonte
troquelado por siluetas de cipreses
que silenciosos se alzan hacia el cielo
y cuyas sombras arropan
el descanso de los que en otro tiempo fueron.
Podría escribir sobre ellos
sobre sus vidas ya agotadas
sobre lo que dijeron
o sobre todo aquello que callaron
podría escribir
sobre sus hipotéticos sueños.
Sin embargo
quién soy yo para turbar su descanso
quién soy yo para fabular sobre ellos.
Podría escribir sobre la lluvia
que incansable llora estos cristales
que silencian el sonido sordo de la vida
cada mañana al despertarme.
Sin embargo
quién soy yo para enjugar su llanto
quién soy yo para hablarle a la vida.
Podría escribir sobre la mujer sentada en el banco
posado en el camino que conduce al parque
que llega hasta el estanque en el que juegan los niños
una vez huido el otoño; una vez agotado el invierno.
Sin embargo
quién soy yo para leer en sus ojos
quién soy yo para confesar sus pecados.
Sentado estoy
frente al ventanal de mi casa
presto a escribirte unos versos
mientras mi pequeña
sentada a mi lado
pronto cumplirá los cinco años
ultima sus tareas.
Sin embargo
permíteme que observe
en silencio sus progresos
permíteme que sea más tarde
cuando te escriba unos versos.