Bienvenida la primavera
porque a su llamada
acuden todos los libros
y las flores
porque la sangre altera
y viste de colores los campos
y las sonrisas.
Bien halladas las páginas
de los libros
que se abren incansables
para que nuestras miradas
recorran mundos y universos
y conozcan personajes
siempre reales
eternamente vivos.
Mi fiel amigo
mi compañero
aquel que siempre aguarda mi llegada
paciente
sin prisa alguna
reposado sobre la soledad de una mesa
o en la compañía que procura un estante
repleto de otros libros
con otras historias
con otros personajes
con otros olores.
Tú me llevaste
más allá
de veinte mil leguas de viaje submarino
acompañaste mis sueños
más de mil y una noches
y descubrimos juntos la isla del tesoro;
me enseñaste
que nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar
historias de una escalera
que un joven Manolín
escuchaba por los rellanos
y a jugar a la rayuela;
me hablaste
de gigantes tan grandes como molinos de viento
y de un hombre a una nariz pegado
de un bello caballo blanco alado
y del último mohicano.
Guardas todos los tesoros
entre tus infatigables páginas
para que aquellos que vayan llegando
descubran
si son valientes y atrevidos
todas las libertades
que mujeres y hombres han alcanzado.
Jose Manuel Contreras
porque a su llamada
acuden todos los libros
y las flores
porque la sangre altera
y viste de colores los campos
y las sonrisas.
Bien halladas las páginas
de los libros
que se abren incansables
para que nuestras miradas
recorran mundos y universos
y conozcan personajes
siempre reales
eternamente vivos.
Mi fiel amigo
mi compañero
aquel que siempre aguarda mi llegada
paciente
sin prisa alguna
reposado sobre la soledad de una mesa
o en la compañía que procura un estante
repleto de otros libros
con otras historias
con otros personajes
con otros olores.
Tú me llevaste
más allá
de veinte mil leguas de viaje submarino
acompañaste mis sueños
más de mil y una noches
y descubrimos juntos la isla del tesoro;
me enseñaste
que nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar
historias de una escalera
que un joven Manolín
escuchaba por los rellanos
y a jugar a la rayuela;
me hablaste
de gigantes tan grandes como molinos de viento
y de un hombre a una nariz pegado
de un bello caballo blanco alado
y del último mohicano.
Guardas todos los tesoros
entre tus infatigables páginas
para que aquellos que vayan llegando
descubran
si son valientes y atrevidos
todas las libertades
que mujeres y hombres han alcanzado.
Jose Manuel Contreras