Para Miguel Ángel:
En el Soto sólo nos bañábamos, pero no cerca del molino, sino a la otra orilla y un centenar de metros más adelante.
Que yo recuerde, al fútbol jugábamos en los siguientes sitios:
1.- Al lado del puente, camino de Carrizal a mano dereche. Creo que lo llamaban la huerta del maestro, muy cerca de la casa del Tío Talangueras. Disputando un partido cuando éramos críos de doce años, Alberto, mi hermano, y yo nos pegámos, porque militábamos en equipos contrarios. Él en el del Barrio de Arriba, de mayor prestigio, y yo en el del Barrio de Abajo. Me ficharon comprándome un helado grandísimo... Como consecuencia de los golpes que nos atizamos, mi padre saltó al campo y no expulsó a los dos.
2.- En un terreno paralelo a la iglesia y frontal a la casa del veterinario. Parte de él está ocupado hoy en día por la casa de Tere Matanza, creo recordar. Una portería estaba delante de la estación y la otra delante del viejo cine, ya derruido. Allí disputamos enconadísimos partidos. Recuerdo una que llamó la atención de todo el pueblo. Jugábamos solteros contra casados, mi hermano y yo los más jóvenes con diferencia. Como los dos lo hacíamos muy bien, los casados vinieron a por él y a por mí, y nos dejaron las piernas sangrando. El más duto jugaba de portero con los casados, era cuñado de Miguelín el panadero, y creo que se llamaba Santos, no lo sé. Cuando mi padre me dijo que me retirara antes de que me matase, le contesté que primero se iba a retirar el portero. Y así fue. Agarré un balón cerca del área y me planté solo frente a él, provocando su salida. Me tiró una pierna asesina contra mi pierna derecha, esquivé el posible golpe y le rompí la cintura. Al poco abandonaba el campo.
Otro día más.
Os quiere
Carlos
En el Soto sólo nos bañábamos, pero no cerca del molino, sino a la otra orilla y un centenar de metros más adelante.
Que yo recuerde, al fútbol jugábamos en los siguientes sitios:
1.- Al lado del puente, camino de Carrizal a mano dereche. Creo que lo llamaban la huerta del maestro, muy cerca de la casa del Tío Talangueras. Disputando un partido cuando éramos críos de doce años, Alberto, mi hermano, y yo nos pegámos, porque militábamos en equipos contrarios. Él en el del Barrio de Arriba, de mayor prestigio, y yo en el del Barrio de Abajo. Me ficharon comprándome un helado grandísimo... Como consecuencia de los golpes que nos atizamos, mi padre saltó al campo y no expulsó a los dos.
2.- En un terreno paralelo a la iglesia y frontal a la casa del veterinario. Parte de él está ocupado hoy en día por la casa de Tere Matanza, creo recordar. Una portería estaba delante de la estación y la otra delante del viejo cine, ya derruido. Allí disputamos enconadísimos partidos. Recuerdo una que llamó la atención de todo el pueblo. Jugábamos solteros contra casados, mi hermano y yo los más jóvenes con diferencia. Como los dos lo hacíamos muy bien, los casados vinieron a por él y a por mí, y nos dejaron las piernas sangrando. El más duto jugaba de portero con los casados, era cuñado de Miguelín el panadero, y creo que se llamaba Santos, no lo sé. Cuando mi padre me dijo que me retirara antes de que me matase, le contesté que primero se iba a retirar el portero. Y así fue. Agarré un balón cerca del área y me planté solo frente a él, provocando su salida. Me tiró una pierna asesina contra mi pierna derecha, esquivé el posible golpe y le rompí la cintura. Al poco abandonaba el campo.
Otro día más.
Os quiere
Carlos