Era afable con sus compañeros
en el trabajo
incluso entre sus compañeras
tenía fama de respetuoso y sincero
cortés, paciente y educado
siempre dispuesto a prestar ayuda
a aquel o aquella que lo necesitase.
Siempre una sonrisa dibujada en su rostro
nunca un mal gesto
nunca una palabra más alta que otra
jamás una contestación desagradable
aparentaba ser el hombre perfecto
aparentaba ser el hombre
aparentaba ser
aparentaba.
Los monstruos existen
y también los cobardes.
Le era sencillo mantener esa dualidad
era amigo de sus amigos
siempre estaba ahí cuando se le necesitaba
estaba donde debía estar
en el lugar adecuado en el instante preciso
era su mujer la envidia del resto de mujeres
que les conocían.
Era el mejor Maestro de Ceremonias
del circo que había creado
en torno a su flamante figura
todo era perfecto
de puertas para afuera.
Los cobardes existen
y también los monstruos.
Mudaba su rostro una vez que giraba la llave
de la puerta de su casa cerrándola tras de sí
una vuelta de llave
y otra
y otra
y otra más.
No había voces
no había ruidos
no había golpes
los vecinos podrían escucharle
solo miradas de odio y venganza
gestos despreciativos y amenazantes
susurros envenenados
que paralizaban cada músculo de Olga
al igual que su pensamiento
al igual que su razón
era un constante goteo
de amenazas y de humillaciones
que anulaban su condición de persona.
Hace cuatro meses que él salió de casa
cargado tan solo con una ligera maleta
una vuelta de llave
y otra
y otra
y otra más
nadie volvió a abrir aquella puerta
nadie volvió a verla salir ni entrar
nadie volvió a verla salir
nadie volvió a verla
nadie volvió
nadie.
José Manuel Contreras
en el trabajo
incluso entre sus compañeras
tenía fama de respetuoso y sincero
cortés, paciente y educado
siempre dispuesto a prestar ayuda
a aquel o aquella que lo necesitase.
Siempre una sonrisa dibujada en su rostro
nunca un mal gesto
nunca una palabra más alta que otra
jamás una contestación desagradable
aparentaba ser el hombre perfecto
aparentaba ser el hombre
aparentaba ser
aparentaba.
Los monstruos existen
y también los cobardes.
Le era sencillo mantener esa dualidad
era amigo de sus amigos
siempre estaba ahí cuando se le necesitaba
estaba donde debía estar
en el lugar adecuado en el instante preciso
era su mujer la envidia del resto de mujeres
que les conocían.
Era el mejor Maestro de Ceremonias
del circo que había creado
en torno a su flamante figura
todo era perfecto
de puertas para afuera.
Los cobardes existen
y también los monstruos.
Mudaba su rostro una vez que giraba la llave
de la puerta de su casa cerrándola tras de sí
una vuelta de llave
y otra
y otra
y otra más.
No había voces
no había ruidos
no había golpes
los vecinos podrían escucharle
solo miradas de odio y venganza
gestos despreciativos y amenazantes
susurros envenenados
que paralizaban cada músculo de Olga
al igual que su pensamiento
al igual que su razón
era un constante goteo
de amenazas y de humillaciones
que anulaban su condición de persona.
Hace cuatro meses que él salió de casa
cargado tan solo con una ligera maleta
una vuelta de llave
y otra
y otra
y otra más
nadie volvió a abrir aquella puerta
nadie volvió a verla salir ni entrar
nadie volvió a verla salir
nadie volvió a verla
nadie volvió
nadie.
José Manuel Contreras