Me he despertado esta mañana
en la que amanece un nuevo invierno
escuchando a lo lejos los acordes de una canción
o quizá haya sido el percibir esa melodía
lo que ha hecho que descubra una nueva madrugada
trayendo a mi memoria tu recuerdo
sin embargo creo que carece de importancia
el camino recorrido hasta nuestro encuentro
mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro…
Era un villancico lo que sonaba.
Sus notas se han fijado en esta memoria mía
que conduce mis pasos hasta el baño
y después a la cocina a preparar el desayuno
fragancias de café y pan recién tostado
acompañan el mudo tararear de este recuerdo
insignificantes y cotidianos detalles
hacen completarse una vida
es más sencillo atesorar pequeños instantes
guardados en el desván de nuestra historia
completando la verdadera razón de nuestra existencia
que dejar de soñar por siempre.
No importa si físicamente nos separan
eternidades vividas que no volverán jamás
para que quiera seguir compartiendo contigo
un tiempo en el que nuestras vidas
se conocieron y compartieron espacio y experiencia
experiencia y espacio y vida.
No importa si físicamente nos separan
kilómetros de interminable distancia
o si un océano, mar o lago separan
nuestras dos orillas
no hay distancia insalvable para amar
ni besos que no puedan viajar en el viento.
Ahora las imágenes se agolpan
con el desordenado orden que los recuerdos
deciden acercarme en cada momento
solo recibo alegrías, sosiego y paz
todo guarda el equilibrio que debe guardar
para procurarme la dicha que abrazo
cuando caen las hojas del calendario
y este caprichoso solsticio decide una vez más
regalarme su presencia.
Era un villancico lo que sonaba
pero bien podía ser cualquier otra melodía
de las que viven con mis recuerdos
esa banda sonora que acompaña
el caminar de mi camino
sin olvidar las huellas de mis pasos
coincidiendo con los tuyos
y con los tuyos
y con los tuyos también.
José Manuel Contreras
en la que amanece un nuevo invierno
escuchando a lo lejos los acordes de una canción
o quizá haya sido el percibir esa melodía
lo que ha hecho que descubra una nueva madrugada
trayendo a mi memoria tu recuerdo
sin embargo creo que carece de importancia
el camino recorrido hasta nuestro encuentro
mientras una sonrisa se dibuja en mi rostro…
Era un villancico lo que sonaba.
Sus notas se han fijado en esta memoria mía
que conduce mis pasos hasta el baño
y después a la cocina a preparar el desayuno
fragancias de café y pan recién tostado
acompañan el mudo tararear de este recuerdo
insignificantes y cotidianos detalles
hacen completarse una vida
es más sencillo atesorar pequeños instantes
guardados en el desván de nuestra historia
completando la verdadera razón de nuestra existencia
que dejar de soñar por siempre.
No importa si físicamente nos separan
eternidades vividas que no volverán jamás
para que quiera seguir compartiendo contigo
un tiempo en el que nuestras vidas
se conocieron y compartieron espacio y experiencia
experiencia y espacio y vida.
No importa si físicamente nos separan
kilómetros de interminable distancia
o si un océano, mar o lago separan
nuestras dos orillas
no hay distancia insalvable para amar
ni besos que no puedan viajar en el viento.
Ahora las imágenes se agolpan
con el desordenado orden que los recuerdos
deciden acercarme en cada momento
solo recibo alegrías, sosiego y paz
todo guarda el equilibrio que debe guardar
para procurarme la dicha que abrazo
cuando caen las hojas del calendario
y este caprichoso solsticio decide una vez más
regalarme su presencia.
Era un villancico lo que sonaba
pero bien podía ser cualquier otra melodía
de las que viven con mis recuerdos
esa banda sonora que acompaña
el caminar de mi camino
sin olvidar las huellas de mis pasos
coincidiendo con los tuyos
y con los tuyos
y con los tuyos también.
José Manuel Contreras