Aquél olor despertó los recuerdos
que guardo como el preciado tesoro
de una infancia feliz
en la que los tonos grises y negros
consiguieron mudarse hasta convertirse en colores,
en risas y en sueños por alcanzar.
Siempre los sentidos prestos y alerta
para percibir todo aquello que la vida nos regala;
viajar hacia donde ya viajamos
soñar con lo que ya soñamos;
revivir experiencias que antaño
iniciaron un camino desconocido
hacia un futuro entonces incierto;
si bien, ya estoy en aquel futuro
y conozco ahora sus certezas y sus dudas.
Olor de primavera cuando el viento
decide viajar sus fragancias
y acercarme hacia esos campos de Castilla
donde miles de flores multicolores
bordeaban veredas, sendas y caminos;
olor de trigo recién molido
amasado con las mágicas manos
con las que amasa el panadero
para después hornearlo lento
y convertirlo en manjar de manjares;
olor de azúcar tostado al amor del fuego
convertido en dulce de caramelo
sobre el que se acomodaba caliente
el flan de huevos de granja
y de leche recién ordeñada.
Entornar los ojos en el silencio
de mi mente despierta;
inspirar profundo hasta inundar
mis pulmones de esos recuerdos
que solo los olores de la infancia
son capaces de reconocer;
sentir cómo se ralentiza
el palpitar de ese corazón
que late cada amanecer
agradecido de seguir camino.
Y abrazarte…, abrazarte siempre
con esa fuerza que tan solo el amor procura
aunque para ello necesite esperar;
esperaré como espera la primavera
que parta el frío invierno
para que mis brazos te abracen
para que yo sienta el abrazar de los tuyos
y así abrazados
sintamos juntos de nuevo
el latir de la vida.
José Manuel Contreras
que guardo como el preciado tesoro
de una infancia feliz
en la que los tonos grises y negros
consiguieron mudarse hasta convertirse en colores,
en risas y en sueños por alcanzar.
Siempre los sentidos prestos y alerta
para percibir todo aquello que la vida nos regala;
viajar hacia donde ya viajamos
soñar con lo que ya soñamos;
revivir experiencias que antaño
iniciaron un camino desconocido
hacia un futuro entonces incierto;
si bien, ya estoy en aquel futuro
y conozco ahora sus certezas y sus dudas.
Olor de primavera cuando el viento
decide viajar sus fragancias
y acercarme hacia esos campos de Castilla
donde miles de flores multicolores
bordeaban veredas, sendas y caminos;
olor de trigo recién molido
amasado con las mágicas manos
con las que amasa el panadero
para después hornearlo lento
y convertirlo en manjar de manjares;
olor de azúcar tostado al amor del fuego
convertido en dulce de caramelo
sobre el que se acomodaba caliente
el flan de huevos de granja
y de leche recién ordeñada.
Entornar los ojos en el silencio
de mi mente despierta;
inspirar profundo hasta inundar
mis pulmones de esos recuerdos
que solo los olores de la infancia
son capaces de reconocer;
sentir cómo se ralentiza
el palpitar de ese corazón
que late cada amanecer
agradecido de seguir camino.
Y abrazarte…, abrazarte siempre
con esa fuerza que tan solo el amor procura
aunque para ello necesite esperar;
esperaré como espera la primavera
que parta el frío invierno
para que mis brazos te abracen
para que yo sienta el abrazar de los tuyos
y así abrazados
sintamos juntos de nuevo
el latir de la vida.
José Manuel Contreras