Siento bajo mi piel
de la primavera el latido
mas mi corazón acompasa
la suave caricia del viento
sobre los rojos campos de amapolas.
Viajeras nubes acompañan el camino
que entre majestuosos álamos
serpentea entre cerros y valles
hasta más allá de donde la mirada
solo adivina el lejano horizonte.
Son esos campos los que recuerdo
cuando en soledad entorno mis ojos
dejando viajar mi alma libre
hasta alcanzar ese tiempo
en el que los sueños se antojaban posibles.
Nada será como antes
porque nunca antes fue como ahora
tan cierto es como que tras la noche
siempre llega una nueva mañana
para que nosotros la estrenemos.
No perdamos tiempo en pensar
en todo aquello que pudo haber sido
y que nunca será por más que nos empeñemos
sintamos la vida a nuestro lado
desperezándose para nosotros
mientras bajo el cielo azul
unas solitarias nubes viajeras
nos resguardan de un calor que arrecia
regalándonos figuras abstractas
que concretan nuestros sueños.
José Manuel Contreras
de la primavera el latido
mas mi corazón acompasa
la suave caricia del viento
sobre los rojos campos de amapolas.
Viajeras nubes acompañan el camino
que entre majestuosos álamos
serpentea entre cerros y valles
hasta más allá de donde la mirada
solo adivina el lejano horizonte.
Son esos campos los que recuerdo
cuando en soledad entorno mis ojos
dejando viajar mi alma libre
hasta alcanzar ese tiempo
en el que los sueños se antojaban posibles.
Nada será como antes
porque nunca antes fue como ahora
tan cierto es como que tras la noche
siempre llega una nueva mañana
para que nosotros la estrenemos.
No perdamos tiempo en pensar
en todo aquello que pudo haber sido
y que nunca será por más que nos empeñemos
sintamos la vida a nuestro lado
desperezándose para nosotros
mientras bajo el cielo azul
unas solitarias nubes viajeras
nos resguardan de un calor que arrecia
regalándonos figuras abstractas
que concretan nuestros sueños.
José Manuel Contreras