Quién pudiera mirar
con los ojos de la luna
con la cálida mirada
de las estrellas y la noche
o con la suave mirada del viento
para poder apreciar aquellas verdades
que silencian la indecente voz de las mentiras.
Mirar con la sencillez inocente del niño
que por primera vez observa sorprendido
el feliz rostro de su madre
sonriéndole a la vida
soñando sueños que sabe están por llegar.
Mirar girándome a pasado y presente
como tornan su rostro los girasoles
cuando buscan esa luz que ilumina
su cara ausente de tristezas
mientras se abrazan con fuerza a la tierra.
Mirar, siempre mirar
para conocer, observar y aprender
de cada nuevo día que amanece
de cada nuevo rostro que aparece
de cada nueva oportunidad que nace
de cada nueva sonrisa que muere
mirar, siempre mirar
aún con los ojos cerrados.
José Manuel Contreras
con los ojos de la luna
con la cálida mirada
de las estrellas y la noche
o con la suave mirada del viento
para poder apreciar aquellas verdades
que silencian la indecente voz de las mentiras.
Mirar con la sencillez inocente del niño
que por primera vez observa sorprendido
el feliz rostro de su madre
sonriéndole a la vida
soñando sueños que sabe están por llegar.
Mirar girándome a pasado y presente
como tornan su rostro los girasoles
cuando buscan esa luz que ilumina
su cara ausente de tristezas
mientras se abrazan con fuerza a la tierra.
Mirar, siempre mirar
para conocer, observar y aprender
de cada nuevo día que amanece
de cada nuevo rostro que aparece
de cada nueva oportunidad que nace
de cada nueva sonrisa que muere
mirar, siempre mirar
aún con los ojos cerrados.
José Manuel Contreras