Has probado alguna vez
a ponerte de puntillas
para poder así tocar tus sueños
con la yema de tus dedos?
Ayer, tarde de otoño
decidí probar por enésima vez
y cuál fue mi sorpresa
cuando conseguí alcanzar alguno de ellos
no todos, sería imposible
pues habito bajo un cielo preñado
de sueños pasados, presentes y futuros;
de un cielo preñado de sueños perdidos,
conseguidos y aún por conseguir.
Si alguna vez lo has probado
y los has conseguido
entenderás perfectamente
de qué te hablo;
pero si aún no lo has probado
si aún no lo has conseguido
no entenderás nada
de lo que te hablo
en estos versos soñados
o tal vez vividos.
Porque si la vida es sueño
y los sueños, sueños son
¿qué son los sueños que vivimos
mientras soñamos
y qué es la vida que soñamos
mientras vivimos?
No temas perder el equilibrio
que guardas teniendo los pies sobre la tierra
álzate con las manos libres
sin asirte a nada ajeno
y estira ahora tus brazos sin miedo alguno
hacia las nubes que pacientes aguardan…
Volveré a ponerme de puntillas
sobre mis pies descalzos
cualquiera de estas tardes de otoño
para poder así alcanzar mis sueños
con la yema de mis dedos.
¿Me acompañarías,
mientras acaricias los tuyos?
José Manuel Contreras
a ponerte de puntillas
para poder así tocar tus sueños
con la yema de tus dedos?
Ayer, tarde de otoño
decidí probar por enésima vez
y cuál fue mi sorpresa
cuando conseguí alcanzar alguno de ellos
no todos, sería imposible
pues habito bajo un cielo preñado
de sueños pasados, presentes y futuros;
de un cielo preñado de sueños perdidos,
conseguidos y aún por conseguir.
Si alguna vez lo has probado
y los has conseguido
entenderás perfectamente
de qué te hablo;
pero si aún no lo has probado
si aún no lo has conseguido
no entenderás nada
de lo que te hablo
en estos versos soñados
o tal vez vividos.
Porque si la vida es sueño
y los sueños, sueños son
¿qué son los sueños que vivimos
mientras soñamos
y qué es la vida que soñamos
mientras vivimos?
No temas perder el equilibrio
que guardas teniendo los pies sobre la tierra
álzate con las manos libres
sin asirte a nada ajeno
y estira ahora tus brazos sin miedo alguno
hacia las nubes que pacientes aguardan…
Volveré a ponerme de puntillas
sobre mis pies descalzos
cualquiera de estas tardes de otoño
para poder así alcanzar mis sueños
con la yema de mis dedos.
¿Me acompañarías,
mientras acaricias los tuyos?
José Manuel Contreras