Me aseguraron aquellos que nunca
creyeron en los sueños
o que dejaron de soñar
cuando el desencanto les abrazó
para acompañar su anodina vida
que es imposible alcanzar la luna
que es imposible tocar las estrellas
ni tan siquiera con la yema de los dedos
por muy alta que sea la escala
que es imposible mirar el sol cada día
sin abrasar por siempre tu mirada.
Estuve a punto de creerles
estuve a punto de renunciar
a lo que llaman imposibles
estuve a punto de dejar de soñar
con lo que siempre había soñado
y despertar hacia una vida en gris,
monótona y sin sentido
sin camino por recorrer
sin camino
sin…
Ellos nunca vieron girasoles.
Descalcé mis pies
y dejé que me guiaran
hasta el lago de tonos
azules y verde esmeralda
en el que las ramas de los sauces
acarician sus cristalinas aguas
las cálidas noches de primavera
cuando la blanca luna baja a mirar
su cara oculta en tan plácido lecho
mientras las estrellas iluminan
con su suave titilar el encuentro.
Y allí pude encontrarla a mi vera
y acariciar la belleza de su rostro otrora oculto
comprobando la belleza de su mirada,
acariciar las estrellas con la punta de mis dedos
sin necesidad de escala alguna
haciendo sus estelas fugaces
a las que pedirles un deseo.
Deseo…
regresar cada noche de primavera
a este lago para mirar el mirar de mi luna
y besar con mis labios cada estrella
mientras la suave brisa y mi fortuna
me regalan de las flores su fragancia.
José Manuel Contreras
creyeron en los sueños
o que dejaron de soñar
cuando el desencanto les abrazó
para acompañar su anodina vida
que es imposible alcanzar la luna
que es imposible tocar las estrellas
ni tan siquiera con la yema de los dedos
por muy alta que sea la escala
que es imposible mirar el sol cada día
sin abrasar por siempre tu mirada.
Estuve a punto de creerles
estuve a punto de renunciar
a lo que llaman imposibles
estuve a punto de dejar de soñar
con lo que siempre había soñado
y despertar hacia una vida en gris,
monótona y sin sentido
sin camino por recorrer
sin camino
sin…
Ellos nunca vieron girasoles.
Descalcé mis pies
y dejé que me guiaran
hasta el lago de tonos
azules y verde esmeralda
en el que las ramas de los sauces
acarician sus cristalinas aguas
las cálidas noches de primavera
cuando la blanca luna baja a mirar
su cara oculta en tan plácido lecho
mientras las estrellas iluminan
con su suave titilar el encuentro.
Y allí pude encontrarla a mi vera
y acariciar la belleza de su rostro otrora oculto
comprobando la belleza de su mirada,
acariciar las estrellas con la punta de mis dedos
sin necesidad de escala alguna
haciendo sus estelas fugaces
a las que pedirles un deseo.
Deseo…
regresar cada noche de primavera
a este lago para mirar el mirar de mi luna
y besar con mis labios cada estrella
mientras la suave brisa y mi fortuna
me regalan de las flores su fragancia.
José Manuel Contreras