Adiós, deslamado y cruel veinte veinte,
recuerdo aquella noche de diciembre
anunciando tu esperado nacimiento
un nuevo año lleno de proyectos,
ilusiones, nuevos logros, esperanzas…
Ignorantes, quizá llegaste a pensar,
seguid riendo y celebrando mientras podáis
pues llego para despertaros de vuestro sueño.
¡Vaya sorpresa envenenada nos guardabas!
¿Era necesario?
¿De verdad era necesaria tanta destrucción,
tanta muerte a destiempo
en la que la soledad era la única compañía
de aquellos que sin esperarlo partían?
¿De verdad era necesario ensañarte
con todo y con todos para enseñarnos…?
¿Para enseñarnos qué?
¿Qué somos vulnerables?
Ya lo sabíamos; ya lo sabemos.
¿Qué la vida igual que te da, te quita?
También lo sabemos; también lo sabíamos,
pero…
¿De verdad era necesaria tanta crueldad?
Pronto arrancaremos esta última hoja
que aún pende en el calendario.
Pronto celebraremos una nueva última noche
de este mes que ahora te despide y brindaremos…
Sí, brindaremos por un veinte veintiuno
que pronto llamará a nuestra puerta
y al que le abriremos los brazos
al igual que antaño lo hicimos contigo.
Sueño ahora con su llegada llena de esperanza y luz.
Cerraré la puerta del desván de mi memoria
una vez te hayas marchado para no volver
y abriré la del año que aún está por llegar.
No creas que dejaré a trasmano la llave
que con veinte giros te encierre.
De los años vividos quizá haya momentos
que poco recuerde, pero no quiero
por nada del mundo olvidarme de este,
no quiero olvidarte para saber
de lo que puede ser capaz
el tiempo y el hombre
el hombre y el tiempo,
pues así también seré capaz de recordar
de lo que podemos ser capaces de lograr
si seguimos creyendo en imposibles
si seguimos soñando en que todo puede cambiar
después de tomar la decimosegunda uva
una última noche de un diciembre cualquiera.
José Manuel Contreras
recuerdo aquella noche de diciembre
anunciando tu esperado nacimiento
un nuevo año lleno de proyectos,
ilusiones, nuevos logros, esperanzas…
Ignorantes, quizá llegaste a pensar,
seguid riendo y celebrando mientras podáis
pues llego para despertaros de vuestro sueño.
¡Vaya sorpresa envenenada nos guardabas!
¿Era necesario?
¿De verdad era necesaria tanta destrucción,
tanta muerte a destiempo
en la que la soledad era la única compañía
de aquellos que sin esperarlo partían?
¿De verdad era necesario ensañarte
con todo y con todos para enseñarnos…?
¿Para enseñarnos qué?
¿Qué somos vulnerables?
Ya lo sabíamos; ya lo sabemos.
¿Qué la vida igual que te da, te quita?
También lo sabemos; también lo sabíamos,
pero…
¿De verdad era necesaria tanta crueldad?
Pronto arrancaremos esta última hoja
que aún pende en el calendario.
Pronto celebraremos una nueva última noche
de este mes que ahora te despide y brindaremos…
Sí, brindaremos por un veinte veintiuno
que pronto llamará a nuestra puerta
y al que le abriremos los brazos
al igual que antaño lo hicimos contigo.
Sueño ahora con su llegada llena de esperanza y luz.
Cerraré la puerta del desván de mi memoria
una vez te hayas marchado para no volver
y abriré la del año que aún está por llegar.
No creas que dejaré a trasmano la llave
que con veinte giros te encierre.
De los años vividos quizá haya momentos
que poco recuerde, pero no quiero
por nada del mundo olvidarme de este,
no quiero olvidarte para saber
de lo que puede ser capaz
el tiempo y el hombre
el hombre y el tiempo,
pues así también seré capaz de recordar
de lo que podemos ser capaces de lograr
si seguimos creyendo en imposibles
si seguimos soñando en que todo puede cambiar
después de tomar la decimosegunda uva
una última noche de un diciembre cualquiera.
José Manuel Contreras