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PUENTE ALMUHEY: Miró el reloj de arena...

Miró el reloj de arena

y entendió su tiempo consumido.

Tanto tiempo perdido,

tanto tiempo sin hacer

lo que siempre quise haber hecho.

Mientras vivía la vida de otros

dejé de vivir la que era mía

convirtiéndome de primer actor

en un simple figurante simple

anteponiendo lo superfluo

a lo verdaderamente importante;

anteponiendo lo banal

a lo que realmente valía la pena

llenando mi vida de inagotables síes

por no atreverme a pronunciar noes.

Entendió su tiempo consumido

cuando miró el reloj de arena.

¿Por qué no me escuché?

¿Por qué no consideré mi tiempo

como un tiempo a disfrutar

junto a lo que siempre quise ser?

¡Cuánto tiempo malgastado!

Nunca malgastaste tu tiempo

–se escuchó decir–.

El tiempo se gasta,

o se consume,

o se agota,

pero nunca se desperdicia,

nunca se pierde,

en él aprendemos de los errores cometidos

de las decisiones tomadas, acertadas o no…

¡Qué más da!

Con él aprendemos y crecemos

a veces sin ser conscientes de ello;

si bien cuando despertamos y descubrimos

de nuevo nuestro reloj de arena

volvemos a la realidad vivida en la que todo sucede,

pero si observas con detenimiento

la parte superior en la que paciente

se acomoda y descansa lo que resta por consumir

comprobarás que aún queda tiempo…

Mucho tiempo.

Miró ahora su reloj de arena

y comprendió el tiempo que aún le quedaba por vivir.

José Manuel Contreras