Es nuestra vida un laberinto
al que llegamos el día en que nacemos
y dependiendo de las decisiones que tomemos
alcanzaremos el final del camino
desconociendo si lo hicimos por el lugar correcto.
Todo en nuestra vida son decisiones a tomar
sin que haya opciones correctas o incorrectas
sin que ellas sean aciertos o desaciertos
sin que signifiquen fracasos o éxitos
y mucho menos errores en aquello que hacemos,
simplemente elegimos el camino a tomar
en cada encrucijada que el laberinto presente.
Si decidimos caminar en lugar de tomar el metro,
si decidimos una ducha en lugar de tomar un baño,
si decidimos una ropa que ponernos en lugar de otra,
si decidimos decir ‘te quiero’ o dejarlo para otro momento,
si decidimos en esta ocasión callar en lugar de hablar,
si decidimos viajar al mar en lugar de hacerlo a la montaña,
si decidimos reír esta vez en lugar de llorar…
¿Cuál será la decisión correcta?
¿Cuál de todas ellas será la incorrecta?
Quizá todas sean buenas.
Quizá lo sea ninguna.
Elegimos nuestro destino a cada instante
a cada sístole o diástole
a cada inspirar o espirar
en el caminar de nuestra vida
siendo imposible desandar el camino
que ya ha sido recorrido.
No hay ningún ovillo de hilo
que marque el rumbo a tomar,
solo nuestra memoria recordará
lo que ya es pasado;
mas nunca la que fue nuestra entrada
podrá ser nuestra puerta de salida.
Avanzar,
siempre avanzar;
decidir,
siempre decidir;
solo así alcanzaremos nuestro destino,
de lo contrario será él quien venga a buscarnos
y nos encontrará tal vez en la duda
sin haber sabido utilizar el tiempo
que la vida cada mañana nos procura.
José Manuel Contreras
al que llegamos el día en que nacemos
y dependiendo de las decisiones que tomemos
alcanzaremos el final del camino
desconociendo si lo hicimos por el lugar correcto.
Todo en nuestra vida son decisiones a tomar
sin que haya opciones correctas o incorrectas
sin que ellas sean aciertos o desaciertos
sin que signifiquen fracasos o éxitos
y mucho menos errores en aquello que hacemos,
simplemente elegimos el camino a tomar
en cada encrucijada que el laberinto presente.
Si decidimos caminar en lugar de tomar el metro,
si decidimos una ducha en lugar de tomar un baño,
si decidimos una ropa que ponernos en lugar de otra,
si decidimos decir ‘te quiero’ o dejarlo para otro momento,
si decidimos en esta ocasión callar en lugar de hablar,
si decidimos viajar al mar en lugar de hacerlo a la montaña,
si decidimos reír esta vez en lugar de llorar…
¿Cuál será la decisión correcta?
¿Cuál de todas ellas será la incorrecta?
Quizá todas sean buenas.
Quizá lo sea ninguna.
Elegimos nuestro destino a cada instante
a cada sístole o diástole
a cada inspirar o espirar
en el caminar de nuestra vida
siendo imposible desandar el camino
que ya ha sido recorrido.
No hay ningún ovillo de hilo
que marque el rumbo a tomar,
solo nuestra memoria recordará
lo que ya es pasado;
mas nunca la que fue nuestra entrada
podrá ser nuestra puerta de salida.
Avanzar,
siempre avanzar;
decidir,
siempre decidir;
solo así alcanzaremos nuestro destino,
de lo contrario será él quien venga a buscarnos
y nos encontrará tal vez en la duda
sin haber sabido utilizar el tiempo
que la vida cada mañana nos procura.
José Manuel Contreras