Podría escribir unos versos de amor
de ese que nace entre dos personas enamoradas
o del amor a La Naturaleza,
del amor a la vida que nos regala
o del amor sincero a los amigos.
Podría escribir del amor a los hijos
de ese que nace en el instante que llegan
o del amor de los hijos a los padres,
del amor al cálido hogar
o incluso del amor al trabajo.
Pondría hablar del amor a la música
de ese que nace cuando las notas se acompasan
o del amor al teatro o a la interpretación,
del amor a los libros
o del amor a quienes los escriben.
Podría hablar del amor al presente
de ese que nace a cada instante
o del amor a un tiempo ya pasado,
del amor que está aún por llegar
o de aquel que se consumió antes de prender.
Podría hablar del amor a los sueños
de esos que están aún por cumplir
o de los que ya se hicieron realidad,
del amor a los que nunca se alcanzaron
o de los que le pedí a una estrella fugaz.
En un catorce de febrero
podría hablar de miles de amores
incluso permitirme la licencia
de hablar de miles de desamores
y de amores frustrados o de amores platónicos
que no dejan de ser amores,
pero si así lo hiciera,
si así lo proclamáramos solo en este día
cada uno de nosotros y de nosotras…
¿Qué sucedería el quince de febrero?
¿Qué haríamos un dieciséis de febrero?
¿Y un veintiocho de febrero?
¿Y un cuatro de marzo
o un veinte de abril
o un nueve de mayo?
¿Qué haría, qué haríamos
los trescientos sesenta y cuatro días restantes
si solo alimentáramos el fuego del amor,
el fuego de nuestro amor fuera el que fuera
tan solo un día al año?
Amo a la mujer que acompaña mi camino
y a mis hijas y a mi nieta y a toda mi familia,
amo a mis amigos y amo aquello que me regala vida
y a la Naturaleza que pinta de colores el lienzo que habito;
amo todo aquello que me permite dibujar
una sonrisa en mi rostro
incluso aquello que provoca que una lágrima
brote del mirar de mi mirada.
Amo todo esto y mucho más
cada amanecer cuando el sol,
que antes de anochecer partió
con la promesa de regresar,
despunta un nuevo día para mi
pero también lo hace para ti.
.
José Manuel Contreras
de ese que nace entre dos personas enamoradas
o del amor a La Naturaleza,
del amor a la vida que nos regala
o del amor sincero a los amigos.
Podría escribir del amor a los hijos
de ese que nace en el instante que llegan
o del amor de los hijos a los padres,
del amor al cálido hogar
o incluso del amor al trabajo.
Pondría hablar del amor a la música
de ese que nace cuando las notas se acompasan
o del amor al teatro o a la interpretación,
del amor a los libros
o del amor a quienes los escriben.
Podría hablar del amor al presente
de ese que nace a cada instante
o del amor a un tiempo ya pasado,
del amor que está aún por llegar
o de aquel que se consumió antes de prender.
Podría hablar del amor a los sueños
de esos que están aún por cumplir
o de los que ya se hicieron realidad,
del amor a los que nunca se alcanzaron
o de los que le pedí a una estrella fugaz.
En un catorce de febrero
podría hablar de miles de amores
incluso permitirme la licencia
de hablar de miles de desamores
y de amores frustrados o de amores platónicos
que no dejan de ser amores,
pero si así lo hiciera,
si así lo proclamáramos solo en este día
cada uno de nosotros y de nosotras…
¿Qué sucedería el quince de febrero?
¿Qué haríamos un dieciséis de febrero?
¿Y un veintiocho de febrero?
¿Y un cuatro de marzo
o un veinte de abril
o un nueve de mayo?
¿Qué haría, qué haríamos
los trescientos sesenta y cuatro días restantes
si solo alimentáramos el fuego del amor,
el fuego de nuestro amor fuera el que fuera
tan solo un día al año?
Amo a la mujer que acompaña mi camino
y a mis hijas y a mi nieta y a toda mi familia,
amo a mis amigos y amo aquello que me regala vida
y a la Naturaleza que pinta de colores el lienzo que habito;
amo todo aquello que me permite dibujar
una sonrisa en mi rostro
incluso aquello que provoca que una lágrima
brote del mirar de mi mirada.
Amo todo esto y mucho más
cada amanecer cuando el sol,
que antes de anochecer partió
con la promesa de regresar,
despunta un nuevo día para mi
pero también lo hace para ti.
.
José Manuel Contreras