Esperó que llegara la noche oscura
para volver a acercarse de nuevo,
cada vez que la persistente tarde partía,
al lugar en el que habitan los sueños.
Ese mundo en el que todo es posible,
en el que nada limita el libre vuelo
de la lejana meta que quisiera alcanzar,
bastaba tan solo perseguirlo con anhelo.
No importaba la razón, ni el lugar o destino
tan solo lo que conformaba ahora su deseo,
no importaba la distancia, ni el entorno,
pues solo él era el único dueño del tiempo.
Partiría luego la noche tornando el día
pues forma parte del orden del Universo
para que todos tengamos la oportunidad
de perseguir, alcanzar y atrapar todo aquello
que nace del latido de nuestros corazones
cuando buscan regresar al verdadero sendero
que conduce sin demora al horizonte lejano
en el que el sueño es vida y la vida es sueño.
José Manuel Contreras
para volver a acercarse de nuevo,
cada vez que la persistente tarde partía,
al lugar en el que habitan los sueños.
Ese mundo en el que todo es posible,
en el que nada limita el libre vuelo
de la lejana meta que quisiera alcanzar,
bastaba tan solo perseguirlo con anhelo.
No importaba la razón, ni el lugar o destino
tan solo lo que conformaba ahora su deseo,
no importaba la distancia, ni el entorno,
pues solo él era el único dueño del tiempo.
Partiría luego la noche tornando el día
pues forma parte del orden del Universo
para que todos tengamos la oportunidad
de perseguir, alcanzar y atrapar todo aquello
que nace del latido de nuestros corazones
cuando buscan regresar al verdadero sendero
que conduce sin demora al horizonte lejano
en el que el sueño es vida y la vida es sueño.
José Manuel Contreras