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PUENTE ALMUHEY: Nunca se atrevió a abrir sus ventanas,...

Nunca se atrevió a abrir sus ventanas,

y no me estoy refiriendo a esas

que tienen hojas abatibles

o esas que son correderas

y permiten que el aire entre en las casas

hasta las habitaciones, el salón,

la cocina o cualquier otra estancia

atemperando los diferentes ambientes.

Nunca se atrevió a abrir sus ventanas,

y me estoy refiriendo a esas

que se abren solo hacia su interior

huérfanas de cristales y herrajes

permitiendo asomarse hacia esos lugares

profundos en los que habitan luces y sombras,

donde el corazón guarda su latido

llegando desde el pasado hasta este presente.

Pero aquella mañana

no era una mañana de un mañana,

era un sencillo amanecer

de un nuevo hoy que llegaba para despertarle,

para ahuyentar sus temores

para invitarle a abrir sus ventanas

de par en par y decirle:

“Asómate,

asómate sin miedo,

puedo entender tus dudas

pero nada hay desconocido para ti

tras el alfeizar de tus ventanas,

es el lugar por el que debes mirar

para conocer y concerté

para amar y amarte

para perdonar y perdonarte».

Decidió dejar atrás su cómoda cama

y las sábanas que abrazaron su noche

y la almohada sobre la que persiguió sus sueños

y las alfombras que mullían su caminar descalzo

y las ventanas de hojas correderas que permitían

que entrara el aire atemperando…

Y se descubrió ante el espejo

reconociendo su sonrisa en la mirada

de aquel que en silencio le observaba.

Entornó sus ojos sin miedo alguno,

sin dudas que le asaltaran

y con gesto decidido abrió de par en par

sus ventanas,

descubriendo lo que nunca creyó que descubriría

y se dispuso de nuevo a caminar

desoyendo los lejanos cantos de sirenas.

.

José Manuel Contreras