Quiso subir alto, muy alto
para sentir el latido del camino
bajo sus pies descalzos,
pero no alcanzó la cima.
Quiso bajar abajo, muy abajo
para sentir la caricia de las nubes
en su ajado rostro,
pero no alcanzó el fondo.
Y se detuvo por un momento
y se detuvo
y…
¿Y si no he sabido entender
dónde finaliza el comienzo
y dónde comienza el fin?
¿Y si no he sabido distinguir
aquello de allí
de esto de aquí?
¿Y si he creído en algún momento
en el amanecer de los días
y en el anochecer de las noches,
mientras los días anochecían
y amanecían las noches?
Y
y se detuvo
y se detuvo un momento…
Subiré a lo alto, a lo más alto
con los pies bien plantados sobre la tierra
para sentir el latido de las nubes
ahora,
pues hoy ya es ayer
y el mañana, quizá,
esté aún por llegar.
José Manuel Contreras
para sentir el latido del camino
bajo sus pies descalzos,
pero no alcanzó la cima.
Quiso bajar abajo, muy abajo
para sentir la caricia de las nubes
en su ajado rostro,
pero no alcanzó el fondo.
Y se detuvo por un momento
y se detuvo
y…
¿Y si no he sabido entender
dónde finaliza el comienzo
y dónde comienza el fin?
¿Y si no he sabido distinguir
aquello de allí
de esto de aquí?
¿Y si he creído en algún momento
en el amanecer de los días
y en el anochecer de las noches,
mientras los días anochecían
y amanecían las noches?
Y
y se detuvo
y se detuvo un momento…
Subiré a lo alto, a lo más alto
con los pies bien plantados sobre la tierra
para sentir el latido de las nubes
ahora,
pues hoy ya es ayer
y el mañana, quizá,
esté aún por llegar.
José Manuel Contreras