Siento ensombrecida la luz
que se acerca hasta esta mi ventana,
en un amanecer silencioso,
este extraño domingo de febrero.
No albergan nubes el azul del cielo
que impidan a esta soleada mañana
acariciar árboles y flores,
o acompañar la sonrisa de los niños
en sus entretenidos juegos por el parque.
Libero mi cuerpo de las violetas sábanas
que lo han abrazado durante la noche,
y con una pausa casi medida
levanto la persiana, dejando
que la ensombrecida luz alcance mi mirada.
Pongo en marcha el aparato de radio
que me sirve de despertador,
desconectado solo los fines de semana,
y al escuchar la inesperada noticia
siento cómo se paraliza mi cuerpo,
cómo se me hiela la sangre,
cómo me tiemplan las piernas…,
obligándome a sentarme sobre la cama.
“…esta mañana ha fallecido
el escritor Fernando Marías,
tenía sesenta y tres años…”.
No escuché más.
No podía escuchar más.
No quería escuchar más.
Enseguida tus recuerdos se agolparon
en mi mente pugnando por salir,
por recuperar esos instantes compartidos,
esas charlas sobre lo humano y divino,
esas dedicatorias mutuas
en nuestros encuentros con la literatura.
Te extrañaré, mi querido Amigo,
sé que te extrañaré.
Echaré de menos el poder coincidir
contigo en cualquier lugar
en el que la Cultura, con mayúscula,
te reservaba siempre un espacio,
un tiempo.
No volveremos a encontrarnos,
al menos por ahora,
pero guardaré esos momentos vividos
en ese rinconcito de mi corazón
en el que habitan mis instantes felices,
para poder recuperarlos
y así hallarte en mi memoria.
Hasta siempre,
mi querido Amigo,
vivirá en mi tu recuerdo.
José Manuel Contreras
que se acerca hasta esta mi ventana,
en un amanecer silencioso,
este extraño domingo de febrero.
No albergan nubes el azul del cielo
que impidan a esta soleada mañana
acariciar árboles y flores,
o acompañar la sonrisa de los niños
en sus entretenidos juegos por el parque.
Libero mi cuerpo de las violetas sábanas
que lo han abrazado durante la noche,
y con una pausa casi medida
levanto la persiana, dejando
que la ensombrecida luz alcance mi mirada.
Pongo en marcha el aparato de radio
que me sirve de despertador,
desconectado solo los fines de semana,
y al escuchar la inesperada noticia
siento cómo se paraliza mi cuerpo,
cómo se me hiela la sangre,
cómo me tiemplan las piernas…,
obligándome a sentarme sobre la cama.
“…esta mañana ha fallecido
el escritor Fernando Marías,
tenía sesenta y tres años…”.
No escuché más.
No podía escuchar más.
No quería escuchar más.
Enseguida tus recuerdos se agolparon
en mi mente pugnando por salir,
por recuperar esos instantes compartidos,
esas charlas sobre lo humano y divino,
esas dedicatorias mutuas
en nuestros encuentros con la literatura.
Te extrañaré, mi querido Amigo,
sé que te extrañaré.
Echaré de menos el poder coincidir
contigo en cualquier lugar
en el que la Cultura, con mayúscula,
te reservaba siempre un espacio,
un tiempo.
No volveremos a encontrarnos,
al menos por ahora,
pero guardaré esos momentos vividos
en ese rinconcito de mi corazón
en el que habitan mis instantes felices,
para poder recuperarlos
y así hallarte en mi memoria.
Hasta siempre,
mi querido Amigo,
vivirá en mi tu recuerdo.
José Manuel Contreras