Soy padre.
El día que nació mi hijo,
mi primer hijo, mi único hijo,
fue sin lugar a dudas
el día más feliz de mi vida.
Todo cambió a partir de ese instante,
ya nada volvería a ser igual
que antes era,
pues nacido del amor
llegó a este mundo que habitamos,
de prestado,
un nuevo habitante que pronto
daría sus primeros pasos;
tímidos, dubitativos, lentos…,
pero sus primeros pasos
y yo estaría a su lado.
Pasan los días, los meses y los años deprisa,
muy deprisa,
demasiado deprisa
y le veo crecer, y le amo;
y le veo caer y le ayudo, y le amo;
y le veo levantarse y me alegro, y le amo;
y le veo reír y me hace feliz, y le amo;
y le veo llorar y le consuelo, y le amo…
Le amo más que a mi propia vida.
Y un día, un aciago y desgraciado día,
todo cambió en un instante,
en un solitario e insignificante instante,
arrebatándome el amor de mi vida,
mi amor verdadero,
ese que solo se siente por un hijo.
Y todo cambió, y nada volvió a ser
como antes era.
Tenía diecisiete años
y toda una vida por delante.
Palabras de consuelo que no consuelan
llegan hasta mi:
“Tienes que seguir adelante,
la vida continúa”.
¿Y qué me importa a mí
que la vida continúe si no está él?
¿Y qué me importa a mí que amanezca
un nuevo día,
si no le tengo a él para abrazarle?
¿Y qué me importa a mí nada
si me han arrancado un pedazo de mi vida
haciendo que mi corazón quiera dejar de latir?
Ha pasado el tiempo,
un año, dos meses y tres días,
y me parece toda una eternidad su ausencia.
Hoy se celebra el Día del Padre
y no estás para darte un abrazo,
y no estás para sentir tu calor,
y no estás para escuchar tu voz…,
y no estás.
Tan solo estas palabras entre versos
que como cada mañana de cada día
brotan de todo mi ser buscando
un lugar donde encontrarte.
Hasta siempre mi Amor,
quizá volvamos a vernos,
espero que volvamos a encontrarnos
y pueda volver a abrazarte,
y podamos volver a abrazarnos,
y poder volver a decirte todo lo que te amo
y todo lo que te extraño.
Soy padre y tengo un hijo,
mi hijo, mi único hijo,
mi Amor verdadero.
.
José Manuel Contreras
El día que nació mi hijo,
mi primer hijo, mi único hijo,
fue sin lugar a dudas
el día más feliz de mi vida.
Todo cambió a partir de ese instante,
ya nada volvería a ser igual
que antes era,
pues nacido del amor
llegó a este mundo que habitamos,
de prestado,
un nuevo habitante que pronto
daría sus primeros pasos;
tímidos, dubitativos, lentos…,
pero sus primeros pasos
y yo estaría a su lado.
Pasan los días, los meses y los años deprisa,
muy deprisa,
demasiado deprisa
y le veo crecer, y le amo;
y le veo caer y le ayudo, y le amo;
y le veo levantarse y me alegro, y le amo;
y le veo reír y me hace feliz, y le amo;
y le veo llorar y le consuelo, y le amo…
Le amo más que a mi propia vida.
Y un día, un aciago y desgraciado día,
todo cambió en un instante,
en un solitario e insignificante instante,
arrebatándome el amor de mi vida,
mi amor verdadero,
ese que solo se siente por un hijo.
Y todo cambió, y nada volvió a ser
como antes era.
Tenía diecisiete años
y toda una vida por delante.
Palabras de consuelo que no consuelan
llegan hasta mi:
“Tienes que seguir adelante,
la vida continúa”.
¿Y qué me importa a mí
que la vida continúe si no está él?
¿Y qué me importa a mí que amanezca
un nuevo día,
si no le tengo a él para abrazarle?
¿Y qué me importa a mí nada
si me han arrancado un pedazo de mi vida
haciendo que mi corazón quiera dejar de latir?
Ha pasado el tiempo,
un año, dos meses y tres días,
y me parece toda una eternidad su ausencia.
Hoy se celebra el Día del Padre
y no estás para darte un abrazo,
y no estás para sentir tu calor,
y no estás para escuchar tu voz…,
y no estás.
Tan solo estas palabras entre versos
que como cada mañana de cada día
brotan de todo mi ser buscando
un lugar donde encontrarte.
Hasta siempre mi Amor,
quizá volvamos a vernos,
espero que volvamos a encontrarnos
y pueda volver a abrazarte,
y podamos volver a abrazarnos,
y poder volver a decirte todo lo que te amo
y todo lo que te extraño.
Soy padre y tengo un hijo,
mi hijo, mi único hijo,
mi Amor verdadero.
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José Manuel Contreras