La vida es esa tragicomedia
que se inicia cuando se levanta el telón
en ese preciso instante en el que llegamos,
finalizando cuando se baja el telón
en ese instante preciso en el que partimos.
Esa primera escena que llena de luz y color
todo el patio de butacas,
donde diferentes espectadores, pocos al principio,
disfrutan del comienzo de la función sin saber,
realmente, en cuántos actos se divide
este espectáculo de vida,
con un auditorio cambiante según avanza
el pasar de las escenas
y tú siempre sobre las tablas hasta el final.
En cada vida solo hay un actor principal,
tú mismo,
pero sin concha ni apuntador
que pueda ayudarte a salvar la escena.
Pertenezco a una estirpe de cómicos
por varias generaciones
y me siento muy orgulloso de estos orígenes
tan diferentes a los de muchos otros,
ni mejores ni peores, pero sí diferentes.
Una troupe familiar que viajaba
de pueblo en pueblo buscando lugares
en los que mostrar que la vida es sueño
y los sueños vida son,
con un extenso repertorio
haciendo así las delicias de unos espectadores
que ávidos de teatro y de noticias
llenaban cada tarde y cada noche
lugares con escenarios improvisados,
plazas donde nada había antes de su llegada,
teatros con bambalinas y candilejas
permitiendo que la magia del espectáculo
llenase de vida cada rincón.
Prestar tu cuerpo y tu voz,
tu risa y tu llanto,
tu soñar y sentir…
a diferentes personajes que cobraban vida,
esa vida que el autor había escrito en el libreto.
Diferentes actos han jalonado
y jalonan mi representación;
diferentes ‘mutis por el foro’
he protagonizado antes de tiempo
o con el tiempo ya cumplido.
Mas se acerca, espero que sin prisa,
el final de esta mi tragicomedia
y cuando se baje el telón
no esperaré aplauso alguno,
procuraré partir en silencio
y ligero de equipaje,
igual que cuando se levantó el telón
un día de primavera de aquel lejano año.
.
José Manuel Contreras
que se inicia cuando se levanta el telón
en ese preciso instante en el que llegamos,
finalizando cuando se baja el telón
en ese instante preciso en el que partimos.
Esa primera escena que llena de luz y color
todo el patio de butacas,
donde diferentes espectadores, pocos al principio,
disfrutan del comienzo de la función sin saber,
realmente, en cuántos actos se divide
este espectáculo de vida,
con un auditorio cambiante según avanza
el pasar de las escenas
y tú siempre sobre las tablas hasta el final.
En cada vida solo hay un actor principal,
tú mismo,
pero sin concha ni apuntador
que pueda ayudarte a salvar la escena.
Pertenezco a una estirpe de cómicos
por varias generaciones
y me siento muy orgulloso de estos orígenes
tan diferentes a los de muchos otros,
ni mejores ni peores, pero sí diferentes.
Una troupe familiar que viajaba
de pueblo en pueblo buscando lugares
en los que mostrar que la vida es sueño
y los sueños vida son,
con un extenso repertorio
haciendo así las delicias de unos espectadores
que ávidos de teatro y de noticias
llenaban cada tarde y cada noche
lugares con escenarios improvisados,
plazas donde nada había antes de su llegada,
teatros con bambalinas y candilejas
permitiendo que la magia del espectáculo
llenase de vida cada rincón.
Prestar tu cuerpo y tu voz,
tu risa y tu llanto,
tu soñar y sentir…
a diferentes personajes que cobraban vida,
esa vida que el autor había escrito en el libreto.
Diferentes actos han jalonado
y jalonan mi representación;
diferentes ‘mutis por el foro’
he protagonizado antes de tiempo
o con el tiempo ya cumplido.
Mas se acerca, espero que sin prisa,
el final de esta mi tragicomedia
y cuando se baje el telón
no esperaré aplauso alguno,
procuraré partir en silencio
y ligero de equipaje,
igual que cuando se levantó el telón
un día de primavera de aquel lejano año.
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José Manuel Contreras