Si me miro en el espejo
observo el presente,
incluso podría observar el pasado
si entornase la mirada
y mirase a los ojos que me miran;
sin embargo, ni rastro del futuro
por mucho que escrute
esa figura que me observa,
reflejo de lo que ahora soy,
o quizá,
de lo que creo ser.
Imagen inversa
surcada por las huellas
de una vida vivida,
poco o nada escapa a su verdad.
¿O es acaso un espejismo
aquello que el espejo devuelve
cuando le enfrentamos nuestro presente?
Que lejos de este instante
palpita ya el pasado.
Una sonrisa curva
la línea de mis labios,
gesto imitado por ese rostro
que sin pudor me estudia
desde el pulido cristal.
¿O quizá sea yo el que le estudie
con total naturalidad?
No importa,
ambos nos miramos
y nos reconocemos
aunque el tiempo haya pasado.
“Ahí estás”,
pronuncian mis labios.
Me ha parecido que a la par
movía los suyos,
mas el silencio responde,
aunque en la lectura de sus labios
he podido leer: “Ahí estás”.
Quizá podamos conversar
¿o solo será el espejismo
que el espejo devuelve?
No sé.
Otras veces lo he intentado
sin obtener respuesta diferente
a lo por mi pronunciado.
¿Quién sabe?
Lo intentaré mañana.
Quizá el espejo
guarde razones
que la razón no entiende.
José Manuel Contreras
observo el presente,
incluso podría observar el pasado
si entornase la mirada
y mirase a los ojos que me miran;
sin embargo, ni rastro del futuro
por mucho que escrute
esa figura que me observa,
reflejo de lo que ahora soy,
o quizá,
de lo que creo ser.
Imagen inversa
surcada por las huellas
de una vida vivida,
poco o nada escapa a su verdad.
¿O es acaso un espejismo
aquello que el espejo devuelve
cuando le enfrentamos nuestro presente?
Que lejos de este instante
palpita ya el pasado.
Una sonrisa curva
la línea de mis labios,
gesto imitado por ese rostro
que sin pudor me estudia
desde el pulido cristal.
¿O quizá sea yo el que le estudie
con total naturalidad?
No importa,
ambos nos miramos
y nos reconocemos
aunque el tiempo haya pasado.
“Ahí estás”,
pronuncian mis labios.
Me ha parecido que a la par
movía los suyos,
mas el silencio responde,
aunque en la lectura de sus labios
he podido leer: “Ahí estás”.
Quizá podamos conversar
¿o solo será el espejismo
que el espejo devuelve?
No sé.
Otras veces lo he intentado
sin obtener respuesta diferente
a lo por mi pronunciado.
¿Quién sabe?
Lo intentaré mañana.
Quizá el espejo
guarde razones
que la razón no entiende.
José Manuel Contreras