podía ver lo que quisiera;
donde convocó a la envidia y al rencor.
Entró primero el rencor
seguido por la envidiosa envidia,
mas maravillados quedaron
cuando observaron la agradable estancia
y sus riquezas,
y en sus espejos se vieron
y se gustaron;
presumieron de sus figuras,
y de su fuerza
y de su sombra iluminada.
Así el corazón de él quedó libre
de rencor y de envidia,
de envidia y de rencor
por un instante, infinitamente pequeño.
Y mientras se deleitaban con sus imágenes
reflejadas en cada espejo,
él abandonó el salón, en sigiloso silencio,
y cerró tras de sí la puerta
con siete vueltas de llave.
Dentro quedaron ellos;
fuera quedó él.
Soñó que soñaba un sueño
y cuando despertó
sintió una luz diferente
latiéndole en su corazón;
y en aquel rincón,
en el que nacen los sueños,
encontró una llave
hecha de luces y de sombras
con una leyenda que decía:
“Salón de los espejos, no abrir”.
José Manuel Contreras
donde convocó a la envidia y al rencor.
Entró primero el rencor
seguido por la envidiosa envidia,
mas maravillados quedaron
cuando observaron la agradable estancia
y sus riquezas,
y en sus espejos se vieron
y se gustaron;
presumieron de sus figuras,
y de su fuerza
y de su sombra iluminada.
Así el corazón de él quedó libre
de rencor y de envidia,
de envidia y de rencor
por un instante, infinitamente pequeño.
Y mientras se deleitaban con sus imágenes
reflejadas en cada espejo,
él abandonó el salón, en sigiloso silencio,
y cerró tras de sí la puerta
con siete vueltas de llave.
Dentro quedaron ellos;
fuera quedó él.
Soñó que soñaba un sueño
y cuando despertó
sintió una luz diferente
latiéndole en su corazón;
y en aquel rincón,
en el que nacen los sueños,
encontró una llave
hecha de luces y de sombras
con una leyenda que decía:
“Salón de los espejos, no abrir”.
José Manuel Contreras