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PUENTE ALMUHEY: podía ver lo que quisiera;...

podía ver lo que quisiera;

donde convocó a la envidia y al rencor.

Entró primero el rencor

seguido por la envidiosa envidia,

mas maravillados quedaron

cuando observaron la agradable estancia

y sus riquezas,

y en sus espejos se vieron

y se gustaron;

presumieron de sus figuras,

y de su fuerza

y de su sombra iluminada.

Así el corazón de él quedó libre

de rencor y de envidia,

de envidia y de rencor

por un instante, infinitamente pequeño.

Y mientras se deleitaban con sus imágenes

reflejadas en cada espejo,

él abandonó el salón, en sigiloso silencio,

y cerró tras de sí la puerta

con siete vueltas de llave.

Dentro quedaron ellos;

fuera quedó él.

Soñó que soñaba un sueño

y cuando despertó

sintió una luz diferente

latiéndole en su corazón;

y en aquel rincón,

en el que nacen los sueños,

encontró una llave

hecha de luces y de sombras

con una leyenda que decía:

“Salón de los espejos, no abrir”.

José Manuel Contreras
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Gracias, mi querida Amiga.
Es un privilegio que mis versos 'naveguen' hacia ese pueblín que me vio nacer un día de primavera de 1960. Nada sucede por casualidad, y allí llegaron mis padres, abuelos, tíos, primos..., con su compañía para que yo naciera en una de sus casas.
¡Cuánto vivido! ¡Cuánto por recordar!
Siempre agradecido, querida Amiga.
Besos