Hoy me ha despertado triste
la mañana.
Quizá un sueño,
o tal vez la falta de él;
quizá un recuerdo,
o tal vez su ausencia;
quizá la llegada de este otoño
que nos acompaña,
o tal vez, la partida
de una primavera marchitada.
¿Qué razón debe anidar en mi
para que me invada la tristeza?
Qué más da, reflexiono,
siento su compañía próxima,
tan próxima que su latido
acompasa el mío.
Siento que son mis brazos
los que abrazan,
y no mi cuerpo el que siente
las presiones de un yugo.
Yo elegí la tristeza como compañera
en este anochecer que amanece.
Ahora no importa el viaje,
ahora no importa el tiempo,
ahora nada importa,
cuando la soledad decidió partir,
al alba,
desde el alfeizar de mi ventana.
Hoy siento en mi piel
los entrefríos de la tristeza
y su calidez me reconforta.
No me importa el mañana,
aún está por llegar.
José Manuel Contreras
la mañana.
Quizá un sueño,
o tal vez la falta de él;
quizá un recuerdo,
o tal vez su ausencia;
quizá la llegada de este otoño
que nos acompaña,
o tal vez, la partida
de una primavera marchitada.
¿Qué razón debe anidar en mi
para que me invada la tristeza?
Qué más da, reflexiono,
siento su compañía próxima,
tan próxima que su latido
acompasa el mío.
Siento que son mis brazos
los que abrazan,
y no mi cuerpo el que siente
las presiones de un yugo.
Yo elegí la tristeza como compañera
en este anochecer que amanece.
Ahora no importa el viaje,
ahora no importa el tiempo,
ahora nada importa,
cuando la soledad decidió partir,
al alba,
desde el alfeizar de mi ventana.
Hoy siento en mi piel
los entrefríos de la tristeza
y su calidez me reconforta.
No me importa el mañana,
aún está por llegar.
José Manuel Contreras