Esta mañana temprano
amaneciendo aún el día
me he tomado el pulso
y ni rastro de él sentía.
No sé si por mi ignorancia
o por mi falta de atino
pero por más que lo intentaba
no me encontraba el latido.
El desasosiego me abrazaba,
yo lo intentaba de mil maneras
poniendo en ello todo mi empeño
sin que ni así lograrlo pudiera.
Busqué en las muñecas de mis manos
busque en las venas de mi cuello
incluso palpándome las ingles
sin encontrar el latido certero.
Miré a un lado primero y luego a otro
encontrándote junto a mi dormida,
pensé en si despertarte ahora
o esperar por si el latido volvía.
Acerqué tembloroso mi cuerpo al tuyo
sintiendo ahora tu calor y el mío
descubriendo para mi total asombro
el palpitar en tu pecho de dos latidos.
La alegría retornó de nuevo a mi vida
pues mi corazón no lo había perdido
te lo entregué aquella tarde de invierno
poco después de haberte conocido.
Huyeron de mi lado sombras y miedos
llegados amaneciendo aún el día,
y buscando ahora el perdido palpitar
he encontrado dos que a la par latían.
José Manuel Contreras
amaneciendo aún el día
me he tomado el pulso
y ni rastro de él sentía.
No sé si por mi ignorancia
o por mi falta de atino
pero por más que lo intentaba
no me encontraba el latido.
El desasosiego me abrazaba,
yo lo intentaba de mil maneras
poniendo en ello todo mi empeño
sin que ni así lograrlo pudiera.
Busqué en las muñecas de mis manos
busque en las venas de mi cuello
incluso palpándome las ingles
sin encontrar el latido certero.
Miré a un lado primero y luego a otro
encontrándote junto a mi dormida,
pensé en si despertarte ahora
o esperar por si el latido volvía.
Acerqué tembloroso mi cuerpo al tuyo
sintiendo ahora tu calor y el mío
descubriendo para mi total asombro
el palpitar en tu pecho de dos latidos.
La alegría retornó de nuevo a mi vida
pues mi corazón no lo había perdido
te lo entregué aquella tarde de invierno
poco después de haberte conocido.
Huyeron de mi lado sombras y miedos
llegados amaneciendo aún el día,
y buscando ahora el perdido palpitar
he encontrado dos que a la par latían.
José Manuel Contreras