XUAN Y MARUXA
Este cuento transcurre en el tiempo de la trilla, y para ese día se hacían migas y se ponía mantequilla y miel para el almuerzo. La casa de la tía Cesárea, que está cerca de una era y de la peña llamada Cueto, por allí andaban muchas zorritas y una de ellas que era la más lista y se llamaba Maruxa era pareja de Xuan. En la era estaban majando la cebada y ya tenían un muelo muy grande (montón de cebada limpia), y la zorrita que lo vio, no lo pensó más y bajó. Y se puso a vocear diciendo:
- Alera, alera, que arroya la cebera (cebada).
Y entonces la gente creyendo que llovía, salió de dentro de la casa hacia la era corriendo, momento que Maruxa aprovechó para entrar por una ventanina que había desde la era a la habitación, donde se encontraban las migas, la manteca y la miel para el almuerzo de las 10. Llegando a la era vieron que era mentira, la zorrita fue en busca de Xuan y le dijo que estaba muy mala, que le habían dado una paliza y que casi no podía ni andar, y que tenía que cargarla a la “costañeta”. El pobre Xuan cargó con ella, hasta que llegando a “Entrepenas”, la zorrita por lo bajo iba cantando:
- Zorra cartera, farta de migas, voy caballera con miel y manteiga.
De casualidad pasaba por allí un rebaño de merinas y los zorros cogieron un carnero, lo enterraron para comerlo otro día y le dejaron el rabo afuera como señal. Como ya era tarde se fueron a dormir, Xuan con un hambre que no pegó ni ojo, y Maruxa farta como una burra.
A la mañana siguiente, Maruxa salió con una marmitina a buscar agua para desayunar (y con la idea de empezar a comer el carnero), y cuando volvió, le dijo a Xuan:
- ¡Ah Xuan!, no podemos ir a comer el carnero, porque me invitaron a comer un bautizo al cielo.
Cuando volvió, Xuan le preguntó:
- ¿Y cómo le pusieron al neno?
Y ella le contestó:
- Picipielo.
Al día siguiente, Maruxa le contó lo mismo y al volver, Xuan le preguntó:
- ¿Y a éste neno como le pusieron?
Y ella le contestó:
- Demedielo.
Y al tercer día, la misma historia y le dijo a Xuan que el nombre del neno era Acabélo.
Por fin fueron a comer el carnero y solo se encontraron los huesos, y Maruxa le dijo:
- ¡Ah condenado!, ¿comiste tu el carnero? –Y él lo negaba a pata junta-. Mira, vamos a hacer una cosa, nos tumbaremos al sol y al primero que le sude el rabo es el que se comió el carnero.
Xuan se quedó dormido y Maruxa lo meó en el rabo, y le dijo:
- Fuiste tu el que lo comiste.
Y como todos los Xuanes, Xuan se cargó con la culpa sin comerlo ni beberlo.
Este cuento transcurre en el tiempo de la trilla, y para ese día se hacían migas y se ponía mantequilla y miel para el almuerzo. La casa de la tía Cesárea, que está cerca de una era y de la peña llamada Cueto, por allí andaban muchas zorritas y una de ellas que era la más lista y se llamaba Maruxa era pareja de Xuan. En la era estaban majando la cebada y ya tenían un muelo muy grande (montón de cebada limpia), y la zorrita que lo vio, no lo pensó más y bajó. Y se puso a vocear diciendo:
- Alera, alera, que arroya la cebera (cebada).
Y entonces la gente creyendo que llovía, salió de dentro de la casa hacia la era corriendo, momento que Maruxa aprovechó para entrar por una ventanina que había desde la era a la habitación, donde se encontraban las migas, la manteca y la miel para el almuerzo de las 10. Llegando a la era vieron que era mentira, la zorrita fue en busca de Xuan y le dijo que estaba muy mala, que le habían dado una paliza y que casi no podía ni andar, y que tenía que cargarla a la “costañeta”. El pobre Xuan cargó con ella, hasta que llegando a “Entrepenas”, la zorrita por lo bajo iba cantando:
- Zorra cartera, farta de migas, voy caballera con miel y manteiga.
De casualidad pasaba por allí un rebaño de merinas y los zorros cogieron un carnero, lo enterraron para comerlo otro día y le dejaron el rabo afuera como señal. Como ya era tarde se fueron a dormir, Xuan con un hambre que no pegó ni ojo, y Maruxa farta como una burra.
A la mañana siguiente, Maruxa salió con una marmitina a buscar agua para desayunar (y con la idea de empezar a comer el carnero), y cuando volvió, le dijo a Xuan:
- ¡Ah Xuan!, no podemos ir a comer el carnero, porque me invitaron a comer un bautizo al cielo.
Cuando volvió, Xuan le preguntó:
- ¿Y cómo le pusieron al neno?
Y ella le contestó:
- Picipielo.
Al día siguiente, Maruxa le contó lo mismo y al volver, Xuan le preguntó:
- ¿Y a éste neno como le pusieron?
Y ella le contestó:
- Demedielo.
Y al tercer día, la misma historia y le dijo a Xuan que el nombre del neno era Acabélo.
Por fin fueron a comer el carnero y solo se encontraron los huesos, y Maruxa le dijo:
- ¡Ah condenado!, ¿comiste tu el carnero? –Y él lo negaba a pata junta-. Mira, vamos a hacer una cosa, nos tumbaremos al sol y al primero que le sude el rabo es el que se comió el carnero.
Xuan se quedó dormido y Maruxa lo meó en el rabo, y le dijo:
- Fuiste tu el que lo comiste.
Y como todos los Xuanes, Xuan se cargó con la culpa sin comerlo ni beberlo.