Todo aquel que haya hecho el
Camino de Santiago hace algunos años y haya regresado a
Foncebadon tras esos años, habrá observado con una mezcla de incredulidad y estupor como han desmoronado como si de un
castillo de naipes se tratara a este
pueblo, como ha pasado de ser un pueblo con un encanto y una atmósfera especial, a una
calle donde el peregrino a pasado a ser “un negocio “, donde han empezado a surgir como
setas, una serie de edificaciones que rompen la estética histórica de este pueblo, dichas
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