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Medio Ambiente diseña cerca de cien medidas para recuperar la población de urogallos:
Casi un centenar de medidas forman parte del recién aprobado Plan de Recuperación del Urogallo, que entró en vigor la pasada semana, cuando se publicaba en el Boletín Oficial de Castilla y León, y que pretende detener el declive poblacional de esta especie en la Comunidad. El objetivo es recuperar valores semejantes a los estimados en los ochenta, cuando la población de esta especie -que actualmente se encuentra recogida en el «Libro Rojo de las Aves de España» en la categoría de «En peligro» por su alto grado de extinción- llegaba a un tamaño de 500 ejemplares adultos.
Y es que, en Castilla y León, esta especie ha desaparecido prácticamente en las dos últimas décadas. Así, en su conjunto, el descenso poblacional observado en este periodo puede ser superior al 50 por ciento, variando según las diferentes comarcas, ya que mientras en la montaña de Riaño la reducción puede superar el 85 por ciento, en Picos de Europa oscila en torno al 60; en Omaña es del 45 y en Laciana y el Alto Sil es del 8 por ciento. Mientras, en Palencia o en los Ancares leoneses sólo se produce su observación de forma esporádica.
Aunque no se sabe a ciencia cierta a qué puede deberse este acusado declive, los expertos apuntan a una combinación de factores, entre los que destaca la escasez de un hábitat favorable, la competencia con otras especies, determinadas actividades humanas, el choque de tendidos eléctricos y mallados, o cercados, etc. Por ello, las principales medidas van encaminadas a disminuir las consecuencias de estos factores en la totalidad del territorio, pero principalmente en las zonas consideradas de Especial Protección. Así en las áreas críticas quedan prohibidos la construcción de nuevas carreteras y caminos y la instalación de parques eólicos y líneas aéreas eléctricas. Además, cualquier instrumento de planificación forestal o planes cinegéticos requerirán de un informe favorable de la Dirección General de Medio Ambiente, que también pondrá en marcha patrullas especializadas en la vigilancia de la especie. Además, para los tratamientos selvícolas y forestales se recomienda trabajar entre el 1 de agosto y el 15 de diciembre, con el de evitar las épocas críticas de celo, reproducción o invernada. Por otra parte, se fomentará la multiplicación de hormigueros en las zonas de cría, mientras que los trabajos de desbroce se hará de forma selectiva. El plan se complementará con programas de educación y sensibilización.
A partir de estas medidas se trabajará de forma progresiva ya que en los primeros seis años de vida del plan se pretende alcanzar un número de ejemplares adultos igual o superior a 250 individuos y ampliar su área de distribución hasta los 1.000 kilómetros cuadrados.
Casi un centenar de medidas forman parte del recién aprobado Plan de Recuperación del Urogallo, que entró en vigor la pasada semana, cuando se publicaba en el Boletín Oficial de Castilla y León, y que pretende detener el declive poblacional de esta especie en la Comunidad. El objetivo es recuperar valores semejantes a los estimados en los ochenta, cuando la población de esta especie -que actualmente se encuentra recogida en el «Libro Rojo de las Aves de España» en la categoría de «En peligro» por su alto grado de extinción- llegaba a un tamaño de 500 ejemplares adultos.
Y es que, en Castilla y León, esta especie ha desaparecido prácticamente en las dos últimas décadas. Así, en su conjunto, el descenso poblacional observado en este periodo puede ser superior al 50 por ciento, variando según las diferentes comarcas, ya que mientras en la montaña de Riaño la reducción puede superar el 85 por ciento, en Picos de Europa oscila en torno al 60; en Omaña es del 45 y en Laciana y el Alto Sil es del 8 por ciento. Mientras, en Palencia o en los Ancares leoneses sólo se produce su observación de forma esporádica.
Aunque no se sabe a ciencia cierta a qué puede deberse este acusado declive, los expertos apuntan a una combinación de factores, entre los que destaca la escasez de un hábitat favorable, la competencia con otras especies, determinadas actividades humanas, el choque de tendidos eléctricos y mallados, o cercados, etc. Por ello, las principales medidas van encaminadas a disminuir las consecuencias de estos factores en la totalidad del territorio, pero principalmente en las zonas consideradas de Especial Protección. Así en las áreas críticas quedan prohibidos la construcción de nuevas carreteras y caminos y la instalación de parques eólicos y líneas aéreas eléctricas. Además, cualquier instrumento de planificación forestal o planes cinegéticos requerirán de un informe favorable de la Dirección General de Medio Ambiente, que también pondrá en marcha patrullas especializadas en la vigilancia de la especie. Además, para los tratamientos selvícolas y forestales se recomienda trabajar entre el 1 de agosto y el 15 de diciembre, con el de evitar las épocas críticas de celo, reproducción o invernada. Por otra parte, se fomentará la multiplicación de hormigueros en las zonas de cría, mientras que los trabajos de desbroce se hará de forma selectiva. El plan se complementará con programas de educación y sensibilización.
A partir de estas medidas se trabajará de forma progresiva ya que en los primeros seis años de vida del plan se pretende alcanzar un número de ejemplares adultos igual o superior a 250 individuos y ampliar su área de distribución hasta los 1.000 kilómetros cuadrados.