Han desaparecido los vendedores de enciclopedias, los atlas están prácticamente condenados a caras ediciones de lujo, los diccionarios y los callejeros acumulan polvo en las estanterías, los únicos que envían cartas son ya los bancos y los románticos, los apuntes de la Universidad no se fotocopian, se descargan; al teléfono tradicional podrían quedarle dos telediarios, cada vez es más difícil comprar una entrada para un concierto en algún sitio que no sea online y las llamadas redes sociales enganchan a millones de personas que pasan más tiempo exponiéndose, relacionándose y compartiendo su vida frente a la pantalla de un ordenador que en la barra de un bar.
Son sólo algunos de los efectos que, en apenas dos décadas, ha causado una revolución que, algún día, los libros de historia (si es que aún existen libros) colocarán probablemente a la altura de la agrícola o la industrial: la revolución de Internet. De momento, eso sí, sólo en el primer mundo.
Ambas crisis vienen fraguándose hace tiempo, pero, con la recesión, han empezado a ser mucho más evidentes
Este domingo se celebra un nuevo Día de Internet, tras un año en el que todos estos cambios se han ido consolidando de manera imparable.
Ninguno de ellos, no obstante, parece haber tenido tantos efectos, económicos y sociales, como los que se han producido y se avecinan en dos campos muy concretos: la música (también el cine, pero aún de un modo menos masivo) y la prensa.
Ambas crisis vienen fraguándose desde hace tiempo, pero, con la recesión económica, han empezado a ser mucho más evidentes en el último año, dando lugar a todo tipo de reacciones, incluyendo renovarse, morir e intentar ponerle puertas al campo con nuevas leyes o intentos de regulación.
¿Hasta dónde va a llegar la llamada sociedad 2.0? ¿O es ya la 3.0? ¿Se van a acabar los periódicos? ¿Se van a acabar los los cedés? ¿Se van a morir de hambre los periodistas y los músicos o acabará imponiéndose otra manera de hacer periodismo y otra manera de comercializar la música?
Desde las últimas leyes contra la llamada piratería hasta las nuevas formas de hacer y vender periódicos, éstos son los datos, las claves, los casos más relevantes y lo que se avecina.
Son sólo algunos de los efectos que, en apenas dos décadas, ha causado una revolución que, algún día, los libros de historia (si es que aún existen libros) colocarán probablemente a la altura de la agrícola o la industrial: la revolución de Internet. De momento, eso sí, sólo en el primer mundo.
Ambas crisis vienen fraguándose hace tiempo, pero, con la recesión, han empezado a ser mucho más evidentes
Este domingo se celebra un nuevo Día de Internet, tras un año en el que todos estos cambios se han ido consolidando de manera imparable.
Ninguno de ellos, no obstante, parece haber tenido tantos efectos, económicos y sociales, como los que se han producido y se avecinan en dos campos muy concretos: la música (también el cine, pero aún de un modo menos masivo) y la prensa.
Ambas crisis vienen fraguándose desde hace tiempo, pero, con la recesión económica, han empezado a ser mucho más evidentes en el último año, dando lugar a todo tipo de reacciones, incluyendo renovarse, morir e intentar ponerle puertas al campo con nuevas leyes o intentos de regulación.
¿Hasta dónde va a llegar la llamada sociedad 2.0? ¿O es ya la 3.0? ¿Se van a acabar los periódicos? ¿Se van a acabar los los cedés? ¿Se van a morir de hambre los periodistas y los músicos o acabará imponiéndose otra manera de hacer periodismo y otra manera de comercializar la música?
Desde las últimas leyes contra la llamada piratería hasta las nuevas formas de hacer y vender periódicos, éstos son los datos, las claves, los casos más relevantes y lo que se avecina.