En la antigua Grecia la importancia del tamaño del pene discrepaba muchísimo con la que le damos hoy día. En ese entonces los falos pequeños y firmes eran dignos de admiración y el que lo portaba se mostraba orgulloso, en cambio los hombres con penes grandes no tenían la misma suerte porque sus miembros eran considerados desagradables a la vista.