Madre, tú que desciendes de un universo de bondad, eres la mano divina cuyo ímpetu protector nos sostiene a cada paso.
Eres la fuerza y el hálito luminoso que disipa la
noche de nuestro trémulo caminar por
calles vagabundas.
Eres el
faro bendito que nos orienta por los inciertos mares de la vida,
pues tu guía es un maravilloso tesoro
que lleva nuestros anhelos coronados de
arco iris
hacia
puertos enjoyados de tu sabiduría primordial.
Porque la nave de tu compasión es inconmensurable,
a
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