
Cosas nuevas que tenemos en la página de información de Rosales:
Es una medida, un tanto por ciento que cobra el molinero por triturar los granos que a su molino llevan los clientes.
Veamos otra acepción. El clásico baile consistía en una larga fila de mujeres con castañuelas, otra fila paralela de hombres, mirando ellas para ellos y viceversa. Tenía lugar en la plaza, bajo la mirada vigilante de los padres, de los ancianos y del señor cura. Los moralistas decían que se dejase entre ambas filas espacio suficiente para poder pasar un carro. Comenzaban las directoras del baile a tocar las panderetas y a cantar, y aquellas filas comenzaban a moverse acompasadamente, haciendo difíciles y artísticos ejercicios de pies, brazos, cada cual con su pareja. Cuando termina el tiempo y se callan las cantoras y cesa el repicoteo de la pandereta, se cobra la Maquilla, que consiste en que el bailador coge a la moza por la cintura y la levanta en vilo por espacio de dos o tres segundos. Era el único contacto, el único atrevimiento que se permitía la honestidad de aquellas sanas, sencillas y vigorosas parejas.
Es una medida, un tanto por ciento que cobra el molinero por triturar los granos que a su molino llevan los clientes.
Veamos otra acepción. El clásico baile consistía en una larga fila de mujeres con castañuelas, otra fila paralela de hombres, mirando ellas para ellos y viceversa. Tenía lugar en la plaza, bajo la mirada vigilante de los padres, de los ancianos y del señor cura. Los moralistas decían que se dejase entre ambas filas espacio suficiente para poder pasar un carro. Comenzaban las directoras del baile a tocar las panderetas y a cantar, y aquellas filas comenzaban a moverse acompasadamente, haciendo difíciles y artísticos ejercicios de pies, brazos, cada cual con su pareja. Cuando termina el tiempo y se callan las cantoras y cesa el repicoteo de la pandereta, se cobra la Maquilla, que consiste en que el bailador coge a la moza por la cintura y la levanta en vilo por espacio de dos o tres segundos. Era el único contacto, el único atrevimiento que se permitía la honestidad de aquellas sanas, sencillas y vigorosas parejas.