Cuentan que una vez fue un omañés no muy creyente a confesarse con un cura
de Valladolid; cuando vió que este llevaba un reloj de bolsillo bueno, se
lo cogió, sin que el cura notara nada.
Cuando se confesaba le dijo: -me acuso de haber robado un reloj. El cura
le contestó que ese pecado no se perdonaba si no devolvía lo robado. El omañés le dijo que estaba dispuesto a devolverlo, y para que viera su
buena voluntad, se lo entregaba a él allí mismo. El cura se negó a coger
el reloj diciendo que había que devolverlo al dueño.
El leones le aseguró que había intentado devolvérselo al dueño pero éste no
lo quería. El cura dijo que entonces se quedara con el reloj y que quedaba absuelto del pecado de robo.
No tardó mucho tiempo en darse cuenta el cura del ingenio del montañes
para adueñarse de lo ajeno y encima conseguir la absolución.
de Valladolid; cuando vió que este llevaba un reloj de bolsillo bueno, se
lo cogió, sin que el cura notara nada.
Cuando se confesaba le dijo: -me acuso de haber robado un reloj. El cura
le contestó que ese pecado no se perdonaba si no devolvía lo robado. El omañés le dijo que estaba dispuesto a devolverlo, y para que viera su
buena voluntad, se lo entregaba a él allí mismo. El cura se negó a coger
el reloj diciendo que había que devolverlo al dueño.
El leones le aseguró que había intentado devolvérselo al dueño pero éste no
lo quería. El cura dijo que entonces se quedara con el reloj y que quedaba absuelto del pecado de robo.
No tardó mucho tiempo en darse cuenta el cura del ingenio del montañes
para adueñarse de lo ajeno y encima conseguir la absolución.