Este vallado de hormigón sustituyó a aquel otro de hierro perpetrado y realizado por los alumnos de la primera promoción del P.P.O., hoy casi todos jubilados y que acabaron con sus huesos, la mayoría, en factorías de Bilbao, Eibar y otras poblaciones vascas. Todos menos "Jose Pocarropa" que se hizo rico en Torremolinos y compró un cortijo en Molinilla de Castrocienfuegos (Nigeria).