Yo que nací en Casaio, guardo en mi memoria, aquella primera vez que pasé el puente colgante para ir a la estación y vi el ferrocarril, había un tren, cuya máquina estaba echando agua y luego resoplaba con la humana carga que de Galicia venia. Había ido a Quereño acompañando un carro de vacas cargado de pizarra que desde Rozadais venía, cantando sin parar, mientra el carretero le echaba sebo al eje para que no se quemara. Cinco duros cobraba por cada viaje, el Perniles se los pagaba... Qué gran señor ... (ver texto completo)