En estos paredones, hoy en
ruinas, el tribunal del
Santo Oficio, practicaba su
deporte favorito: Cientos de víctimas eran emparedados en vida, y encima de la cabeza les hacian caer una pequeña gota de
agua constantemente, hasta que morian.Se demostró al mover un muro, que aparecieron montones de restos humanos, que datan de la época.