con su Iglesia y su árbol (que no recuerdo que especie es) y a la Peña del Castillo que miraba desde la acogedora cocina de mis queridísimos tíos Maxi y Adelaida. Si algún babiano les conoce y tiene oportunidad, contadles que Enar no pierde esperanza de ir pronto a beber la botella de sidra. Y no olvido a Efrén y a su huerto y ovejas y su precioso mastín. Un abrazo fuerte desde una española de San Emiliano, cuiden ese hermoso pueblo y sus gentes.