Disfrazarte te permite una especie de transformación aparente que te ayuda para hacer algo que no harías. Los
colores de tu cara y una peluca son hermosos instrumentos para provocar sonrisas en quienes te ven. Eso merece la pena. Por eso me disfrazo aunque no fue nunca mi fuerte. De pequeña a mi papa no le gustaba. Ahora como me conduzco puedo hacerlo sin herirle o molestarle. y estoy segura que le agradaría. Bien viejito admitio las barbas y gorro de papa noel, en la misma
Navidad en la que nos diría su adios para siempre. Mi mejor sonrisa para ti papa, que en este mes hubieras cumplido 105 añazos. Tus 93 nos supieron a poco.