Siempre había motivos para organizar las comedias, los sainetes, o las estampas propias del momento en que estábamos liturgicamente hablando o bien para sacar fondos para una merienda. Los chicos y chicas mayores representaban comedias muy divertidas, recuerdo las que asistí, con escenarios montados con mucho ingenio, papeles largos que interpretaban a las mil maravillas y hacían reir constantemente. Que completen los que aun recuerdan nombre, poemas, versos. Algunas obras eran en verso. Gracias a ellos que nos enseñaron las primeras letras, y las segundas y terceras, sin medios, con pocos recursos, pero ahí estaban y les agradecemos el esfuerzo y el cariño que pusieron para que la
escuela pasara realmente por nosotros. En mí se despertó la vocación de maestra de
pueblo, maestra rural, y lo conseguí ejercí durante casi 40 años, en ciudad
Barcelona,... y
pueblos rurales al final de mi años de docencia. Que duda cabe que ellos fueron quienes despertaron en mi el duende de la enseñanza como una profesión apasionante, en la que viví mis años jóvenes hasta la jubilación. Gracias a todos mis maestros y profesores, nunca les pagaré su legado.
Foto prestada por Dña. Isabel del
Toro Bizán.