Peregrino, sin meta fija, donde le necesiten los apestados, Acuapendente (
Italia),
San Roque con los atributos del peregrino al uso, su llaga en el muslo, el perro y el ángel que le acompaña, pobre y rico a la vez para acompañar y cuidar a los enfermos que encontraba. Imagen policromada, venerada en su
ermita de
San Justo de los Oteros. Antiguamente las paredes de la ermita estaban llenas de exvotos, dedicados por la gente que se había curado por la intercesión de San Roque. El párroco de turno decidió que las paredes debían estar limpias, desde entonces, no sabemos dónde fueron a parar esos signos de fe del
pueblo sencillo que confiaba al
santo de su devoción sus problemas y enfermedades y el los devolvía la salud. Siempre ardieron dos
lámparas en su ermita, el domingo mientras la eucaristía y todos desde pequeños oimos relatar a los abuelos y a nuestros padres los favores de San Roque. La mujer del alcalde era la encargada de cuidar, limpiar, abrir y cerrar la ermita los días acostumbrados, la llave siempre estaba en
casa del alcalde.