Hoy el viejo
molino, adonde aun recuerdo que llevaba el centeno para moler, es un lindo
restaurante. El
edificio fue restaurado pero mantiene dentro las
piedras de moler originales en movimiento por la fuerza del
agua, y muchas de las características en la decoración. Después de tantas décadas cuando voy a
España me encanta
comer allí. Una
feliz idea.