FLORES.
Al
Cristo de la
ermita, se le ha desclavado una mano, de su cabeza coronada ya, ha manado la sangre, que cae por la cara al lado de las lágrimas que le lavan las mejillas. El Cristo de la ermita, está llorando.
Llora de dolor? llora de pena?. No hermano, de amor está llorando. Y esa velada sonrisa que a sus labios asoma, se ha hecho más grande, y, es por ti, que ya estás a la
puerta, con el corazón temblando, para pedirle, perdóname, que he ofendido a mi hermano. Padre nuestro que estás
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