Hoy estoy contento, alegre, casi-casi feliz. Hoy he vuelto atrás en el tiempo, y, al abrir su aposento, el aire que llegó asta mi, no estaba rancio ni reseco. ¿Quién abrió la ventana?
Más de ocho años llevaba cerrado, la puerta tapiada por la desidia, la ventana con la persiana bajada, no permitía que un rayo de sol iluminara el dolor, dolor intenso que lo cubre todo, como el polvo que acumula el tiempo.
Pero hoy he intuido una luz y además he oído una risa. Después, me perdí en una noche, noche de invierno, haraposa y fría, hace muchos años en Mansilla. Allí se cruzaron caminos, frente al atrio de la iglesia; brillaban en el cielo las estrellas, en el suelo la escarcha, y en mi corazón ganó la rebeldía.
Cuando leas esta confesión, sabrás que aun es tiempo, tiempo de vivir, porque el ayer está aquí, a la vuelta de esta esquina. Tu ya sabes mi nombre, yo, te pido perdón; lo que ocurrió ayer, otra vez ocurriría.
Perdonadme convecinos, esta no va con vosotros, va buscando a alguien que me dejé en el camino y a quien hoy tiendo la mano en busca de auxilio.
Más de ocho años llevaba cerrado, la puerta tapiada por la desidia, la ventana con la persiana bajada, no permitía que un rayo de sol iluminara el dolor, dolor intenso que lo cubre todo, como el polvo que acumula el tiempo.
Pero hoy he intuido una luz y además he oído una risa. Después, me perdí en una noche, noche de invierno, haraposa y fría, hace muchos años en Mansilla. Allí se cruzaron caminos, frente al atrio de la iglesia; brillaban en el cielo las estrellas, en el suelo la escarcha, y en mi corazón ganó la rebeldía.
Cuando leas esta confesión, sabrás que aun es tiempo, tiempo de vivir, porque el ayer está aquí, a la vuelta de esta esquina. Tu ya sabes mi nombre, yo, te pido perdón; lo que ocurrió ayer, otra vez ocurriría.
Perdonadme convecinos, esta no va con vosotros, va buscando a alguien que me dejé en el camino y a quien hoy tiendo la mano en busca de auxilio.