Está la noche de fiesta.
Lejos se escucha el sonido
de una canción. Melodía
suave, de olor romántico
y sabor a despedida.
¿Quién la canta? ¿Quién la baila?
Aquí, desde mi atalaya,
yo, miro la noche pasar
reviviendo esos recuerdos
de fiestas, risas y bailar.
De enamoramientos pasados
que por eternos se juraron
y duraron lo que duraron.
Rosa cortada al amanecer
que está marchita al atardecer.
Promesa de amor hecha al viento
que no se cumple, no es engaño
ni de quien la hace ni de quien
la recibe. Ellos lo saben bien.
Te quiero, te quiero;
yo también.
Te quiero, cariño.
¿Para siempre?
Si, mi amor. Eternamente.
Esa eternidad es un instante.
Con mis mejores deseos en el día de Nuestra Señora.
Para todos, desde las bardas de mi corral.
Lejos se escucha el sonido
de una canción. Melodía
suave, de olor romántico
y sabor a despedida.
¿Quién la canta? ¿Quién la baila?
Aquí, desde mi atalaya,
yo, miro la noche pasar
reviviendo esos recuerdos
de fiestas, risas y bailar.
De enamoramientos pasados
que por eternos se juraron
y duraron lo que duraron.
Rosa cortada al amanecer
que está marchita al atardecer.
Promesa de amor hecha al viento
que no se cumple, no es engaño
ni de quien la hace ni de quien
la recibe. Ellos lo saben bien.
Te quiero, te quiero;
yo también.
Te quiero, cariño.
¿Para siempre?
Si, mi amor. Eternamente.
Esa eternidad es un instante.
Con mis mejores deseos en el día de Nuestra Señora.
Para todos, desde las bardas de mi corral.