SANTA CRISTINA DE VALMADRIGAL: Viernes diez. Cuando sean las once de la mañana la...

Viernes diez. Cuando sean las once de la mañana la gente se prepara ya para el calvario grande y quizá a cuarenta y cinco minutos alguien llame al calvario y como no hay campanas (estamos de luto) alguien escuche una matraca que machaca y machaca, madera contra madera, en un sonido ronco, machacón y triste. El cura arrastrando la sotana por la iglesia se mueve con energía y pone en marcha a los monaguillos. ¿Dónde está el presidente, quién llevará el estandarte, quién la cruz, quién el Cristo? ¿Son de fiar todos o alguien ya probó la limonada?
Van entrando ya las mujeres, las beatas primero, algunos hombres entran haciendo un gesto como de persignarse (te quitas la gorra con la mano izquierda, bajas la cabeza y retorciendo el cuello en una pequeña inclinación, con la mano derecha, tomas agua bendita y haces una cruz en tu cara, sin abrir del todo la mano, como medio puño, ni mover el pulgar mas de cuatro dedos, ni mojarte. Es un arte.) se ponen a disposición del presidente. Todo apunto. Un toque de matraca y, silencio, empieza el rezo del Calvario Grande.
Así era, será así? Este año D. M. estaré presente en el.
Cuando estemos frente a la ermita, miraré al interior para ver si sigue allí el Cristo Chico, callado testigo de muchos de mis sueños, y en silencio recogido, le pediré por ti, que no podrás venir como tantos otros años. Y después, unos saludos a la gente del pueblo, amigos y conocidos y silenciosamente, me iré. Me iré pensando en ti, y me temo que un poco mas triste. Adiós.