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SANTA CRISTINA DE VALMADRIGAL: En estos días en los que las pelonas son diarias, y...

En estos días en los que las pelonas son diarias, y si una es dura lo otra lo es más, las mañanas despiertan con calles y campos vestidos de blanco, pero la gente es dura y aguanta bien las temperaturas. Allá a media mañana, cuando el sol empieza tener un poco de fuerza, algunos hombres fuera ya de servicio, y otra gente que sigue en él, buscan en las eras de arriba, al arrimo de las paredes de la caseta de Mauro. el sol que calienta un poquito el alto plano Leonés. Si hay suerte, la brisa tirará de norte y dejará las soleadas paredes a resguardo del frío. Son gente de la de antes, austeras, poco dadas juegos, amantes de discutir por cosas nimias, pero nunca la sangre llegará al río. Allí, puede ser se arregle un poquito el mundo, o se desmenuce una historia, cambiándola los detalles, o se recuerde un episodio importante que cambió algo en el pueblo. O venga a la memoria algún hijo del pueblo que un día se fue y del que no hay noticias. O quizá, toque pronosticar la cosecha futura; cualquier cosa tiene cabida en la tertulia que allí se vive. La gente está de pie, o recostada contra la pared, da paseos cortos, muy cortos, no más allá de cuatro pasos que es lo que tardan en salir al desamparo de las paredes y vuelve al sitio que ocupaba un momento antes, y apoyado en la cacha, mira y gesticula expresando el acuerdo o desacuerdo con la aportación del compañero contrincante.
Y así va pasando la mañana, entre un sol que acaricia y unos recuerdos que alimentan; y allá, cuando el reloj diga que se acera la una, quizá alguien proponga de acercarse hasta la bodega y echar un vinillo, y alguien dirá que sí, y los más dirán que no, y aunque se rompa el grupo surgirán nuevos temas de conversación y ésta se alargará hasta la hora de comer, si es que no se ha nublado el sol.
Y así van pasando los días, fríos días de invierno, cortos y lentos, desocupados, en que la gente de pueblo se dedica a hacer pueblo, y a mí me gustaría estar allí, a su lado, metido en sus temas, sintiendo la caricia del sol de invierno en mi rostro, y de vez en cuando, sacar la cabeza al viento y consultarle al sol si ya es la hora de comer.